Tal vez nuestros educadores tomaron la ruta fácil, y con simples charlas y ejercicios sobre reciclaje pensaban que su trabajo estaba hecho en cuanto a crear sensibilidad sobre el cuidado del medio ambiente.
Este tipo de educación ambiental se ha mantenido por generaciones. Por ejemplo, si preguntamos a un niño de 10 años y a un adulto de 50 con educación ambiental básica sobre lo que significa “cuidar el ambiente”, hay una gran posibilidad de que sus respuestas sean muy similares. Y esta es la razón que nos trajo hasta aquí.
Como sociedad, nos enfrentamos a una degradación ambiental sin precedente. Vivimos en tiempos de cambio climático severo, desastres naturales más fuertes, y servicios ambientales de menor calidad y mayor costo. Todo esto a consecuencia de no tener una idea clara de lo que implican nuestras actividades diarias a nuestro entorno.
Lo curioso de todas estas actividades que afectan al medio ambiente es que usualmente toman un efecto “boomerang”. Es decir, toda alteración al ambiente tiene la capacidad de regresar y afectar nuestra calidad de vida. Este efecto no tiene que ser inmediato y no necesariamente causa daño severo en corto tiempo. Es precisamente esto lo que muchas veces impide hacer la conexión entre la mala calidad ambiental y los efectos que sufrimos a consecuencia de ella.
La pregunta entonces es: ¿Cómo podemos cambiar nuestra educación ambiental y asegurar un mejor entorno para todos? Primero, es importante que aprendamos a identificar las fuentes de degradación ambiental; no necesariamente las típicas que nos han enseñado a través de los años.
Sí, no tirar basura fuera de su lugar y reciclar ayuda. No desperdiciar el agua, plantar árboles, disminuir el uso de combustibles fósiles, etc. Sí, todo eso es importante. Pero vamos, ahora es necesario ir más allá.
En estos tiempos, casi toda tecnología y servicio que utilizamos tiene su origen en el medio ambiente. Posiblemente muchos están ahora en su celular, el cual fue hecho con materiales que seguramente dejaron una marca no tan positiva en algún ecosistema. El punto es que ahora es casi imposible vivir sin que exista alguna repercusión negativa a nuestro entorno. Pero ojo, claro que es posible tener una buena calidad de vida y mantener un medio ambiente seguro que nos siga proporcionando los servicios que necesitamos de él.
Pensemos por un minuto, ¿cuántos de nosotros sabemos sobre el manejo del agua luego de utilizarla en nuestros hogares? Es más, ¿por qué como sociedad tenemos la tendencia a desechar diferentes materiales o sustancias por el inodoro o el lavamanos cuando ya no los necesitamos? Es como si al hacerlo, el problema se fuera de nuestras manos.
No sé otras personas, pero mi educación ambiental en la primaria nunca hizo énfasis en problemas de este tipo. Algunas personas hasta piensan que como “se fue con el agua”, todo eso se diluye y no afecta nada más. Que equivocados estamos si esa es nuestra mentalidad y qué audacia la nuestra de no hacer nuestra parte como ciudadanos responsables y luego exigir y quejarnos cuando los servicios básicos son de mala calidad.
Para que nuestra educación ambiental vaya evolucionando, no hay nada más importante que practicar la empatía. Suena simple, pero tener conciencia ambiental significa tener conciencia sobre los daños que podemos causar a los demás.
Empezar a distinguir esas actividades que afectan a otras personas es un muy buen primer paso. Es necesario que pongamos más interés a nuestro entorno; de él vivimos. Busquemos organizaciones e iniciativas que promuevan educación ambiental moderna y platiquemos de ello más a menudo con la familia y amigos.
No tengamos miedo a que nos llamen aburridos por preocuparnos por el medio ambiente. Es bueno querer aprender más él. Recordemos que para que nuestro estilo de vida se mantenga y pueda ser mejor, el medio ambiente debe estar en su mejor versión y eso depende de nosotros como sociedad.
Otro blog de Marco Franco: La contaminación química nos está matando (aunque no la podás ver).
Recordemos también que como consumidores tenemos el poder de modificar los productos y servicios que son ofrecidos. Si hay productos de consumo con químicos contaminantes, o alguno que fue fabricado con materiales extraídos de la naturaleza de forma ilegal, nosotros tenemos la opción de decidir no comprarlos.
Hay muchas empresas valientes que ahora ofrecen productos con impacto mínimo al ambiente a pesar de la dura competencia. Tal vez estos productos pueden tener un mayor costo de momento, pero eso también puede cambiar cuando nosotros decidamos dejar de comprar lo que ahora es barato y obligar a las empresas tradicionales a modificar su producción para satisfacer nuestras demandas.
Para los que tenemos una afinidad al medio ambiente más sólida que otros, tratemos de fomentar este interés en los demás. Aprendamos más de los problemas y las soluciones que nos dejan un medio ambiente de mejor calidad. Olvidémonos de esa educación ambiental básica que prácticamente nos dice que, si no vemos el problema, este no existe.