La campaña de la primera vuelta electoral se terminó. Las vallas, los carteles y el resto de materiales que usaron los partidos para contaminar son ahora menos visibles. Sin embargo, los rezagos de su campaña quedan. Los discursos de odio, -que cual rezo de novenario repetían-, siguen generando ecos y llenando de estigmas las vidas de personas LGBTIQA+ en Guatemala.
Tuvimos novedades electorales. Se contaron los votos, se hizo la “fiesta democrática” de cada cuatro años, y sabemos quiénes van a segunda vuelta. Cuando empecé a escribir esta columna no tenía claridad sobre las noticias con las que íbamos a amanecer. Lo que sí tenía claro es que en el ambiente se iba a respirar un “¿y ahora?”.
Han pasado 54 años desde la Rebelión de Stonewall en Nueva York, llama que encendió el movimiento del Orgullo LGBTIQA+ y que se constituyó como un punto crucial en nuestra historia como personas diversas y en la lucha de los Derechos Humanos a nivel mundial.
En el seno de las presentes elecciones en el país, numerosas son las lecciones que como sociedad podríamos decir que ya las tenemos aprendidas. No obstante, la historia nos ha demostrado que constantemente se repiten patrones y viejas piedras con las que tropezamos cada cierto tiempo. Por lo que mi intención con este texto va más hacia la fuerte necesidad de abismarnos en la reflexión de algunas prácticas políticas que articulan nuestro presente.
El Cibaque es un encuentro de pensamiento político entre activistas jóvenes de todo el país que nos permite amarrar nuestros corazones, luchas y caminos. Este es un esfuerzo político que se articula desde el Instituto 25A, Justicia Ya y Techo Guatemala. Ya son seis las veces que organizaciones sociales de jóvenes nos hemos encontrado en distintas partes del país para poner en común nuestros aprendizajes y preocupaciones.
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