Elecciones no es igual a democracia

Hay una sensación generalizada de que el proceso electoral de 2023 en Guatemala está caracterizado por la desconfianza y sobre todo por la desesperanza. Esta sensación no es exagerada.

Elección tras elección los cambios no llegan. Por el contrario, la calidad de vida de casi todos los habitantes de este país se deteriora con el pasar de los días. Lo que en algún momento se percibía como una ‘fiesta ciudadana’ hoy parece ser un tortuoso proceso en el que tendremos que ver desagradables escenas de políticos besando ancianos y bebés, a los que en cualquier día lejano a las elecciones ni voltearían a ver.

El deterioro de nuestra clase política no es lo más grave. En los últimos años, las élites empresariales, políticas y criminales —la ‘Alianza Criminal’— aportaron todo para blindar todas las instituciones a su conveniencia que, a pesar de ser históricamente débiles y excluyentes, al menos dibujaban una delgada línea de certezas que nos separaba de la Guatemala actual, en donde la ley es lo que le conviene a la autoridad de turno.

De las últimas elecciones al día de hoy se han registrado varios quiebres institucionales bastante graves que afectan directamente el proceso electoral:

  • La Corte Suprema de Justicia se recetó un periodo más al frente del poder judicial por decreto de la Alianza Criminal.
  • La actual Corte de Constitucionalidad obligó a la Comisión de Postulación de la Fiscal General a incluir a Consuelo Porras en una lista final de aspirantes para que Giammattei pudiera reelegirla.
  • También vimos a la Policía Nacional Civil convertirse en pieza clave del descarado fraude electoral que llevó a Walter Mazariegos a la rectoría de la Usac, al impedir con violencia que electores de Jordán Rodas y otras planillas pudieran entrar a la votación.

Por si todo lo anterior fuera poco, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) está bajo la dirección de magistrados incompetentes y plegados a los intereses de distintos criminales, siendo el más poderoso de ellos Alejandro Giammattei. Es por eso que impiden participar a candidaturas como la de Thelma Cabrera y Jordán Rodas o la de Juan Francisco Solorzano Foppa, mientras inscriben a Zury Ríos, quien tiene un impedimento constitucional. Es por eso que el TSE dejará participar a candidatos que fueron sentenciados y que son comprobadamente criminales, el cual se suponía, era uno de los pocos motivos para que nos los dejaran.

La realidad de nuestro caso es que, sin importar el nivel de participación que tengan las elecciones, serán el evento en el que se definirán a quienes nos gobiernen por los próximos 4 años. Esto lo saben muy bien los partidos, que aprovechándose del hambre y la necesidad que ellos mismos provocan, sacan a millones de votantes a las urnas a punta de clientelismo y que lamentablemente siguen siendo mayoría. Sin embargo, sí hay opciones por quienes votar. En el Congreso se han visto a partidos que han demostrado ser una oposición valiente y esperanzadora pero aun pequeña, que podría convertirse en una oposición más efectiva. Pero esto solo sucederá si los partidos clientelistas ocupan menos escaños.

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