Ángel González Ramos, su exnovio, fue identificado como el presunto responsable del asesinato, un hombre inestable, inseguro y violento que creyó que ser pareja sentimental de Liliana le daba el derecho de poseerla como si se tratara de un objeto.
“El invencible verano de Liliana” es un recorrido por la vida y el pensamiento de Liliana Rivera Garza, una joven llena de vida, inquieta y talentosa, que aspiraba terminar su carrera de arquitectura, hacer una maestría, luego un doctorado, y viajar a Londres. La decisión de Ángel fue que ella no tendría una vida sin él. Así que esa madrugada entró a su apartamento en Ciudad de México y la asesinó. Seguro él intuía que Liliana había tomado la decisión definitiva de terminar la relación, de abandonar ese crudo invierno que se había prolongado por varios años, y de comenzar un invencible verano.
Es gracias a su hermana Cristina Rivera Garza, autora del libro, que podemos viajar en las profundidades del pensamiento de Liliana y comprender lo difícil que debe haber resultado para ella terminar con el novio de la preparatoria que estaba empecinado en no dejarla ir. Como tantas mujeres, en ese momento Liliana no lograba identificar, denunciar y luchar contra la violencia de género y el terrorismo que caracterizaba su relación con Ángel.
Y aunque ahora sí disponemos de un lenguaje para nombrar a las cosas por su nombre -hay un marco legal con el que se ha avanzado gracias a las luchas de tantas mujeres-, no podemos bajar la guardia. La violencia de género en todas su manifestaciones sigue afectando a miles de mujeres en todo el mundo. El feminicidio es sin duda la más horrenda y cruel de estas violaciones. Lamentablemente estas noticias se han ido normalizando. Es difícil comprender cómo es posible que seamos tolerantes a este nivel de violencia, a esta barbarie.
Como dice Cristina, las mujeres hemos crecido en ciudades y países que nos acosan paso a paso y no nos dejan en paz. Somos mujeres muriendo y sin embargo, vivas. Mujeres reclamando nuestro derecho a seguir vivas sobre un suelo manchado de sangre. Mujeres en busca de justicia, mujeres exhaustas, y juntas. Hartas ya, pero con la paciencia que sólo marcan los siglos. Ya para siempre enrabiadas.
Y la culpa no era mía / ni dónde estaba/ ni cómo vestía.
La canción de Las Tesis sonó con contundencia y sigue haciéndolo. Porque la deuda es inmensa y la violencia persiste. Siguen las violaciones y los feminicidios.
El patriarcado es un juez que nos juzga por nacer y nuestro castigo es la violencia que ya ves.
Y no debemos dejar de gritar y de reclamar justicia por todas las Lilianas que han sido asesinadas. Aún ahora se sigue culpando a la víctima. Ellos suelen decir “es que andaba sola en la noche”, “tenía una vida sexual activa”, “no se dio a respetar”, “se lo merecía”, “¿por qué vestía así?”, “algo habrá hecho para que la mataran”.
El juez José Maximino Morales González así lo piensa en el caso de Melissa Palacios, asesinada en julio de 2021 a sus 20 años. Para él seguro Melissa hizo algo para enojar a su asesino. Por eso decidió modificar el delito a homicidio en estado de emoción violenta. Como dice Marcela Lagarde, la violencia comienza antes del homicidio y continúa después, como violencia institucional.
El Estado opresor es un macho violador. Y la culpa no era de ella / ni dónde estaba / ni cómo vestía. El violador eres tú.
Sigamos caminando juntas, buscando justicia, exigiendo justicia, para Liliana, Luz María, Angie y Blanca, Melissa, Litzy y las casi 13 mil mujeres* cuyas vidas han sido sofocadas de forma violenta en Guatemala desde el año 2000 a la fecha como resultado de la violencia misógina llevada al extremo.
Su única culpa fue nacer mujer.
*Datos de Grupo Guatemalteco de Mujeres (GGM) con base a datos “Reporte de personas fallecidas ingresadas a sedes periciales del INACIF a nivel nacional”.
Acabo de leer tu libro “El invencible verano de Liliana” sobre el feminicidio de tu hermana. Aún estoy bajo la conmoción que me ha producido. He vivido con ella página a página el tiempo de su lectura, no me la quitaba de la cabeza. Sé de la dependencia que provocan estos amores mal sanos. Pero en última instancia no quería admitir que eso la pasará a un ser tan excepcional. Acaso no tienen esa excelencia las miles de víctimas? Estoy contigo y con todas las familias masacradas por este cáncer del patriarcado. Hay que acabar con esta lacra. Lo vamos a conseguir.