El problema de las desapariciones de niñas, niños y adolescentes sigue en aumento en Guatemala y es aún más grave cuando ocurre en zonas abandonadas por el Estado. Allí las investigaciones no avanzan, como sucedió con el caso de Marilyn, las autoridades apenas aparecen y encargan la responsabilidad de buscar justicia a las familias. Los prejuicios y los estigmas solo son un obstáculo más para encontrar con vida a estas niñas y adolescentes.