En la entrada de la colonia el Cambray permanece de pie un monumento con el nombre de las 280 personas que murieron el 1 de octubre de 2015. Aquel día a las 10:45 de la noche un pedazo de tierra se desprendió de la montaña. La lluvia que cayó durante horas provocó un deslave que enterró a estas familias.
El Cambray era uno de los tantos asentamientos ubicados en una zona de riesgo. Un problema grave de toda la región metropolitana que no recibe la atención suficiente ni de las alcaldías, ni del gobierno local.
Para llegar a la colonia hay que tomar un extravío en la 20 calle de la zona 10 de la capital. A simple vista no se ve, pero al tomar ese cruce inicia un camino angosto y empinado. La colonia o lo que queda de ella, está en la parte baja de una montaña que cortaron en dos para construir este atajo que conecta a la ciudad de Guatemala con el municipio de Santa Catarina Pinula.
La mujer que sobrevivió a la tragedia
Un portón rojizo oxidado corta el paso que parece restringido. El lugar iba a ser declarado como camposanto luego que la Coordinadora para la Reducción de Desastres (Conred) suspendió los trabajos de búsqueda de alrededor 70 cuerpos que quedaron soterrados y nunca pudieron ser rescatados.
La única familia que vive en el lugar es la de Sonia Ramos, una mujer que se ha dedicado a la venta de pollos y gallinas. Al ser la única vecina que permanece en El Cambray, es accesible para recibir a los periodistas, está acostumbrada a que toquen a su puerta en cada aniversario de la tragedia.
De pelo corto y una sonrisa amable, se ha convertido en la memoria viva del lugar. Detalla la hora exacta de la tragedia y lo que estaba haciendo en ese momento.
Su vida como la de muchas más personas quedó marcada a partir de aquella noche. Vio cómo sus vecinos desaparecieron entre toneladas de tierra. Un niño se salvó porque estaba en la puerta de su casa esperando a que le vendiera una docena de huevos que le había pedido su mamá para el día siguiente.
Le decían “Calín” y tenía 14 años cuando perdió a sus 11 hermanos y a su mamá. “Él se salvó porque el día que fue el desastre estaba aquí sentadito, su mamá lo había mandado a comprar huevos de gallina conmigo”.
Por unos años Sonia le dio un hogar a Calín y lo intentó acompañar, pero aquel huérfano no logró sobrellevar el dolor y comenzó a tomar alcohol. Cuenta que el 25 de enero del año pasado lo mataron en la subida que conduce a Santa Catarina Pinula. Tenía 20 años.
La casa de Sonia es de color verde aqua y está ubicada a un costado de la entrada de El Cambray, a la par de la montaña que se partió en dos por las fuertes lluvias de ese 2015.
“Estamos en riesgo aquí. Mire ahí es montaña, se llega a venir eso y nos cae a nosotros”, dice al señalar la imponente montaña que la rodea.
Las heridas que aún quedan abiertas del Cambray son las que muestran la mirada de doña Sonia al contar lo que pasó. En cada aniversario de la tragedia, ella aún hace un altar donde está el monumento en memoria de quienes fueron sus vecinos.
Las familias que sobrevivieron a la tragedia fueron reubicadas en el proyecto habitacional “Mi Querida Familia” que construyó el gobierno en San José Pinula.
Pero a doña Sonia no le dieron casa. Le dijeron que no le correspondía porque vive “afuera” de la colonia. En realidad solo son unos metros los que la separan de la entrada.
Sin posibilidad de pagar una vivienda, Sonia seguirá habitando en esa rústica casa por donde pasa el río Pinula y esperando que la montaña no se vuelva a partir.
Las pocas casas que están de pie están abandonadas. El pasto ha vuelto a crecer y el lugar donde las autoridades decidieron dejar de buscar es ahora un campo de entrenamiento de la policía municipal de Santa Catarina Pinula.
El regreso de Tono Coro
El terreno donde antes era El Cambray también se convirtió en un campo abierto para que paseen libremente los dos caballos que tiene la familia de Sonia. Su hijo mayor se acerca al portón, levanta el pasador y deja que corran sus animales.
Mientras esto sucede, agentes de la Policía Municipal de Santa Catarina Pinula pasan en al menos cinco ocasiones para patrullar el lugar. Esto es algo normal, dice Sonia.
La calma que se percibe en la zona no es la misma que tenía Antonio Coro cuando lo capturaron por homicidio culposo.
Fue alcalde de Santa Catarina Pinula del 2000 al 2012. Cuando ocurrió el deslave ya no estaba a cargo de ese municipio, aún así sobre sus hombros pesa la responsabilidad por lo sucedido.
Aunque en aquel monumento de la entrada se hace referencia a un “desastre natural sin precedentes”, en realidad fue algo que se pudo haber evitado. Eso es lo que dice la acusación contra Coro y su sucesor, Víctor Alvarizaes, que fueron detenidos por la policía el 15 de enero de 2016.
La Fiscalía de Delitos Administrativos los acusa de homicidio culposo al indicar que la Conred les advirtió en varias ocasiones que las familias que vivían en El Cambray estaban en riesgo por un posible desastre al estar saturado el suelo de la montaña.
Cuando Coro era alcalde, recibió una recomendación de la Conred para que trasladara a las familias del lugar, pero no lo hizo y, en su lugar, otorgó licencias de construcción para que levantaran más viviendas en el terreno.
Coro pensó que se libró de estos señalamientos cuando el juez ordenó el cese de la persecución penal en su contra y el cierre del caso.
Pero este año, la Corte de Constitucionalidad revocó el amparo provisional que protegía a Coro y a Alvarizaes y ordenó que se reanude el proceso penal.
Pese a la denuncia vigente en su contra, Coro reapareció en diciembre junto a Sandra Torres quien lo presentó como el candidato a alcalde de la ciudad de Guatemala por el partido Unidad Nacional de la Esperanza (UNE).
Aunque aún no hay fecha para el inicio del juicio, la UNE abre la posibilidad para que una persona que está siendo juzgada por la muerte de 280 personas pueda ser alcalde de la ciudad.
El Código Municipal no prohíbe que alguien con un proceso penal abierto se postule para alcalde, sin embargo, dice que la persona quedará inhabilitada si su caso termina en una sentencia condenatoria.
Guatemala, el municipio que quiere dirigir Coro, cuadriplica en tamaño y en número de población a Santa Catarina Pinula y tiene 255 asentamientos precarios según un estudio de Segeplan de 2014. Muchos de ellos, al igual que El Cambray, están en riesgo de deslaves y hundimientos en cada temporada de lluvia.
Mientras Coro busca cómo ganarse la confianza de los vecinos capitalinos en manos de la UNE, las miles de familias que viven en estos asentamientos y en condiciones de riesgo como las de Sonia seguirán quedándose a merced de la lluvia de cada invierno.
2 comments
Muy buen reportaje…es importante evidenciar lo que queda impune en nuetra Guatemala. Si no son capaces de reconocer sus errores y dar lo justo a quienes fueron afectados por su negligencia, no seran capaces de ponerse a administrar una ciudad nuevamente.
Excelente una persona como. Toño coro. No debería participar en política le advirtieron a cerca del riesgo inminente del cambray 2. Y no le importo. Obvio toto tuvo q ver con la negativa a la inversión para los ciudadanos en rriesgo quieren hecharse a la bolsa lo más q puedan de dinero los corruptos esos