Ceniza, lava y asaltos; el Volcán de Fuego es zona roja

Encapuchados armados operan en total impunidad en la zona de El Rodeo, donde se han cometido atracos, violaciones y demás delitos bajo el consentimiento de autoridades.
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¿Qué hacen dos encapuchados con un rifle de asalto encañonando a la prensa?  

El Rodeo, una de las aldeas más pobres situada a los pies del Volcán de Fuego, en Guatemala, se ha convertido en la trampa mortal para turistas y periodistas que llegan a documentar la reciente actividad de este coloso y la estela de devastación que dejó en 2018. 

Decenas de casas, que algún día fueron núcleos familiares y quedaron soterradas con el material incandescente y las toneladas de tierra y cenizas, son el sitio propicio para que hombres armados, muchos de ellos lugareños, se camuflen en el día y utilicen el sitio para cometer violentos asaltos a plena luz del día, bajo el consentimiento de la policía guatemalteca, las autoridades locales de Escuintla y el mismo gobierno.  

El suscriptor de este texto, junto al periodista tijuanense (México) Óscar Ramírez, hemos sido parte de la estadísticas criminales del lugar. Aun así, se ha corrido con mucha suerte y no ha pasado de sentir en la sien la fría punta de un rifle de asalto con hambre de escupir una bala, y perder todas las pertenencias junto al equipo de trabajo.

Nos han arrodillado y amagado con disparar; han cortado cartucho y torturado psicológicamente para hacernos saber que sus rostros cubiertos puede ser lo último que veamos.  

Alrededor, los matorrales que inicialmente eran movidos por el viento, ahora se sabe son pasos y movimientos de más sujetos que, seguramente, apuntan directo a nuestras cabezas por si la situación se sale de control. 

Llegamos a la zona cero del Volcán de Fuego el pasado miércoles 16 de febrero a las 13:32 horas, a bordo de un auto de alquiler. 45 minutos después, el atraco estaba perpetrado por los dos chavales, luego de haber entrevistado a una mujer identificada como Eugenia que, a decir de muchas personas que han lamentado este hecho, es quien pone en charola de plata a los visitantes para ser “devorados” por los hombres armados. 

Pero, repetimos, no hemos sido los únicos. Los pobladores de Alotenango, afirman que hace poco menos de un mes una mujer y su hija fueron violadas en el sitio por los mismos asaltantes. Incluso hablan de una ciudadana estadounidense, con pinta de activista social, que llegó al lugar y fue ultrajada. 

“Denle gracias a Dios que salieron vivos, porque ustedes son hombres y fácilmente los hubieran matado”, sentencian dos vendedores de sandía a las puertas de la zona cero, donde los restos humanos que yacen entre el manto de arena y ceniza, ya no se sabe si podrían ser víctimas de la catástrofe natural o de manos criminales. 

A toda esta terrible pesadilla se suma una situación aún más preocupante. El mismo día del asalto, cuando el cuerpo aún nos temblada de nerviosismo, entró una llamada al teléfono móvil improvisado que conseguimos para llamar a familiares y decirles que estamos vivos.

Era José Ángel Quiñones, delegado de turismo en la zona, quien llamó para insistir en que se trata de un hecho aislado y los autores son oportunistas que merodeaban por el lugar.

“¿Es cierto que harán un vídeo en vivo para exponer la situación? Yo recomiendo que no lo hagan, que primero acudan a las autoridades”, dice una y otra vez entre risas nerviosas el promotor, que intenta que la noticia no se salga de control y no llegue a la audiencia. 

La misma situación se replica con el consulado de México en Guatemala, que ha realizado enésimas llamadas al móvil improvisado para asegurar que se debe levantar la denuncia y evitar los medios. 

Pero hay temor hacia las autoridades guatemaltecas, incluso de las mexicanas asentadas en el país centroamericano. El regreso a México fue una huida recatada y tensa.  

Estamos vivos y los rostros, palabrerías y el asalto a mano armada, han quedado grabados en el teléfono celular que ahora los delincuentes tienen en sus manos.

Han transcurrido doce días desde el terrible episodio y el Ministerio Público, la Policía Nacional Civil (PNC) y el gobierno guatemalteco no han dado con los responsables ni investigado a fondo esta seria de asaltos y delitos.

El Rodeo, a decir de periodistas en tierras chapinas, se ha convertida en una zona roja, donde los maleantes operan en total impunidad y bajo el consentimiento de las autoridades gubernamentales.

Esta crónica es el inicio de una apología y advertencia para no ir a la zona del Volcán de Fuego, que a inicios de este 2022 eructa enfadado al ser fiel testigo de lo que se ha convertido lo que algún día fue un sitio honesto y familiar.

La violencia surgida en las faldas de este coloso de fuego no la para nadie. El gobierno de Alejandro Giammattei no protege a los suyos, entonces no es nada raro que no esté interesado en dar con estos delincuentes.

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