Marcela Quesada: enfrentar la sexualización y los prejuicios

El internet fue clave para Marcela Quesada en su proceso de descubrirse. Allí podía explorar y buscar información sobre las orientaciones sexuales sin ser juzgada. Por eso también decidió salir del closet en las redes sociales y expresarse en esas plataformas para romper con los tabúes y estereotipos sobre las personas LGBTIQ+.
Foto: Herbert Woltke

Con sus 21 años, Marcela pertenece a una generación que creció con la tecnología bajo el brazo y un mundo paralelo virtual en la punta de los dedos. De adolescente, durante su proceso de descubrirse, el internet, las redes sociales e incluso los tests de Buzzfeed sobre la orientación sexual, fueron sus espacios seguros para aclarar las dudas que no podía hablar con su mejor amiga a quien le gustaban los hombres.  

Cuando conoció a las youtubers estadounidenses Shannon y Cammie, una pareja de mujeres que contaba su historia de amor con el tag #Girlfriends, algo le resonó en su interior, y se sintió identificada. 

La historia de ellas la motivó a nombrarse como lesbiana en voz alta. Y hacerlo a través de Twitter para ella fue algo natural. Era la noche de su graduación, acababa de cumplir 18 años y quiso que su salida fuera una bomba, que todo el mundo se enterara, que la conociera. Claro, con sus pros y sus contras.

Mientras conversamos, Marcela está sentada en un sillón rodeada de plantas en un café en zona 10. El verde de todas las especies que han crecido en este vivero combina con sus ojos del mismo color. 

Desde allí, recuerda los mensajes de quienes la felicitaron y también de quienes no. Viene de una familia religiosa y conservadora, y su reacción era algo que le ponía nerviosa. Su mamá era la única que ya lo sabía, se lo contó dos años antes y ella la aceptó desde ese mismo momento. Pero su primo, cuando vio el tuit, la señaló de ser egoísta por no pensar en sus tíos antes de hacer pública su orientación sexual. 

“Los evité por mucho tiempo, ahorita que ya me acepto no dejo que me entren esos comentarios tan feos, pero si sos chiquita y escuchas a todas las personas hablar de tus dudas como si fuera un pecado del infierno, eso te hace sentir mal”, dice.

El privilegio de que te acepten como sos

Su papá, que no usa Twitter, no se enteró y costó que Marcela le contara pese a tener una relación muy cercana con él.

“No le quería decir porque en Guatemala el machismo existe. Él no es machista, pero siempre escuchás a tus alrededores decir comentarios o insultos así, entonces si a él le gustaba estar rodeado de esa gente, ¿qué podía pensar?”, explica.

Para Marcela su papá es la única persona que en realidad la entiende. “Amamos igual”, dice cuando describe que él es una persona muy emocional. 

El apoyo de su papá fue clave sobre todo cuando Marcela cayó en una depresión que la llevó a buscar ayuda con un psiquiatra. La ruptura con su novia la había dañado y no podía levantarse de la cama. Ese día, dice, le dio un ataque de pánico que no la dejaba hablar.

Su papá, un hombre alto de pelo negro canoso, se sentó en su cama, agarró una hoja en blanco y un lapicero. Empezó a escribir las palabras “familia”, “amigos”, “sexualidad”, “papá”, “mamá” y le pidió que circulara lo que más se acercaba al problema que le agobiaba. Marcela marcó la tercera. 

“Estaba tan mal que tenía que hablarlo, circulé la palabra sexualidad y le dije que me gustaban las mujeres”, recuerda.

Su papá le ayudó a salir de la depresión, sin juzgarla, sin cuestionar por qué o desde cuándo. Marcela sabe que en Guatemala, ser una persona de la diversidad y contar con el apoyo de sus padres desde el inicio, es un privilegio que pocos tienen. 

“En mi salida del closet nunca tuve a alguien que realmente me hiciera sentir odiada y sé que hay mucha gente que sí, que hasta los sacan de sus casas”, afirma.

Foto: Herbert Woltke

Romper los estereotipos

Las experiencias que siente cada persona de la diversidad al decidir salir del closet son distintas. Marcela considera que a veces el miedo es más grande de lo que en realidad pasa, otras veces no.

Por eso también decidió vivir su orientación sexual abiertamente en todas sus redes, para que deje de ser tabú la existencia de las personas diversas. Y espera que también pueda erradicar ciertas conductas discriminatorias, como la sexualización de las mujeres lesbianas que le molesta mucho. 

Por eso comenta que: “Es una experiencia bonita ser así hasta que llega el punto que te sexualizan y eso es horrible en este país. No podés estar tranquila con una chava en una fiesta sin que se te queden viendo más de tres personas, o que te ofrezcan un beso de tres. Me ha pasado tantas veces que no puedo ni contarlo”.

Otra reacción que le molesta, es que las personas le digan que “no parece lesbiana” porque su imagen no se ajusta a sus prejuicios. “¡Pero soy lesbiana! No tengo que parecer algo, para serlo”, enfatiza.

Marcela estudia marketing y hace modelaje por diversión. No quiere que la identifiquen por su orientación sexual. Sigue descubriendo qué la identifica, qué le gusta y qué quiere hacer con su vida. 

“No quiero hacer que mi personalidad sea ser lesbiana, pero si quisiera que supieran que hay más apoyo de lo que la sociedad pinta y más entre nosotros, entre la comunidad”, concluye.

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