“El agua envenenada y el aire irrespirable son el legado que dejamos si no alzamos la voz”, dice la manta que sostienen dos hombres que forman parte de una caminata que recorre las calles de Casillas, Santa Rosa. Es domingo 8 de junio.
Hoy decenas de personas conmemoran con una marcha los ocho años de resistencia que tienen en la entrada del municipio contra la Minera San Rafael, ubicada entre Santa Rosa y Jalapa. El proyecto llamado Escobal actualmente está suspendido, pero funcionó entre 2013 y 2017.
- La Corte de Constitucionalidad (CC) avaló la suspensión de esta minera que operaba en esta zona habitada por el pueblo xinka, ya que no fue consultado previamente.
Un pickup, a cargo de la música y el sonido, encabeza la caminata. Sobre la palangana, también está un hombre con micrófono. Repite consignas contra la extracción minera y celebra la lucha que mantienen los habitantes de Casillas y otros municipios. Su nombre es Julio Hernández, de 43 años.

Agua para mi pueblo
Julio es de la aldea Bejucal, que se encuentra en las zonas altas de Casillas. Allí las personas se vieron obligadas a buscar alternativas para tener acceso al agua, no solo porque empezó a escasear en su nacimiento principal y en los riachuelos, sino porque también temen usar el agua de la región debido a la contaminación que ha generado la mina.
“Antes íbamos a traer el agua desde los ríos en carro, caballo o a pie, pero hoy vemos que esa agua está muy contaminada y por eso decidimos buscar otras opciones”, dice Julio.
Desde hace 10 años, la aldea Bejucal y la comunidad vecina Volcancito cuentan con un proyecto llamado Agua Para mi Pueblo, que es un reservorio que se construyó en un nacimiento de agua y un sistema de conducción para abastecer a la comunidad con casi 4 mil litros de agua por día. En total se beneficia a unas 100 familias.
El reservorio fue construido por la propia comunidad junto a una organización internacional llamada Jotay que donó parte de los materiales que se necesitaban para el depósito y las tuberías.
Para las casas que están en las colinas más altas, se ideó una alternativa de distribución del agua. Un vehículo de la comunidad, con un recipiente de 1000 litros, llega hasta el depósito central y luego transporta el agua hasta esas viviendas.

Anualmente las familias de Bejucal y Volcancito aportan Q200 para su funcionamiento. Además, eligen un comité que es responsable de administrar los fondos y de realizar la purificación del agua. Con el dinero que reúnen también se le paga a un fontanero que debe darle mantenimiento a ese reservorio.
- Parte del trabajo del comité también es detectar si el agua no contiene metales pesados o algún residuos industriales para proteger la salud de la comunidad.
Aparte del Bejucal y Volcancito, otras aldeas como Cacalote y Los Izotes también han instalado proyectos similares.
El Café Xinka
Otro de los objetivos de Agua Para Mi Pueblo es apoyar una iniciativa de producción cafetalera llamada Café Xinka, de la que son socios 27 familias, que tienen en común el formar parte de la resistencia contra la minera San Rafael.
El agua que se sustrae del nacimiento es usada para lavar el café luego de haber cosechado. “Ahora es más sencillo realizar nuestro trabajo, antes debíamos agarrar nuestro carro para ir buscar agua en los ríos”, dice Julio.
El Café Xinka se comercializado en Canadá y en algunos eventos específicos en el país. En 2021, nació como alternativa para paliar la crisis económica que empezaron a sufrir por su participación en la resistencia. Con el tiempo su producción se ha sofisticado y con el acceso al agua ahora se ahorran costos.

Agua de lluvia
La comunidad Bejucal también cuenta desde hace dos años con un sistema de captación de agua de lluvias, que luego es tratada para que beneficie a los niños de la aldea. Los canales están instalados en la escuela de la comunidad y recolectan el agua que cae en los techos de las aulas.
El agua, después de ser tratada, es usada para la preparación de los alimentos de los niños, la limpieza de las instalaciones y el lavado de manos.
Para Daniel Hernández, de 43 años, autoridad indígena Xinka, estos proyectos han sido beneficios para Casillas. Pero le preocupa que no sean sostenibles con el paso del tiempo. “Es una alternativa que funciona en invierno, pero ¿Qué hacemos en el verano? De todos modos volveríamos a caer al abismo”, dice.
Daniel considera que es necesario que el Gobierno implemente plantas de tratamiento para disminuir los riesgos en el consumo de agua, pues se ha detectado metales pesados que son dañinos para la salud.
Actualmente, dice, la gente en Casillas compra agua envasada para cocinar y tomar. Pero hay otra gran parte de la población que no tiene recursos para pagarla, entonces se ve obligada a consumir el agua que proviene de ríos o nacimientos contaminados.
En las próximas semanas se podría decidir el futuro del proyecto minero y el de las familias de Casillas. El proceso de consulta que ordenó la CC está a punto de finalizar. Hace unas semanas, el pueblo xinka entregó los documentos en los que formalmente se opone a la continuación del proyecto minero. Pero, el Ministerio de Energía y Minas será el encargado de confirmar o no su decisión.

Mientras tanto en Casillas, las personas, incluidos jóvenes que bailan y tocan música, marchan este domingo en contra de la Minera San Rafael.