Que salga la pestilencia

En los últimos días como mujeres universitarias hemos sido testigas de las denuncias públicas que las mujeres hacen contra hombres del movimiento estudiantil universitario de la USAC. Esto no es algo nuevo, en los últimos años son incontables los casos que las mujeres han venido denunciando. El 3 de agosto Zitry Girón publicó su testimonio en el blog de Mujeres en Movimienta. Su texto se titula: “Ojalá nuestras vidas no sean solo un discurso”. Y a raíz de ello es realmente vergonzosa la postura que han tomado los agresores. 

En vez de dar la cara y reparar el daño que hacen se dedican a difamar, acusar y violentar aún más a las compañeras; a buscar protección e inmunidad por sus acciones. ¡Cobardía, están llenos de cobardía! Hablan de muerte al capitalismo pero no quieren acabar con el machismo porque les es útil para sostener sus privilegios y abusos de poder ¡Estamos hartas! Tocan a una, nos tocan a todas. Aunque no nos hayamos activado en la misma agrupación política y tengamos diferentes maneras de organizarnos, como mujeres nos creemos y acuerpamos. 

La violencia machista es un lastre en la universidad y el movimiento estudiantil ¿cómo se puede hablar de transformar la universidad y el país? cuando los mismos compañeros que se dicen “aliados” nos inferiorizan, se burlan y pisotean nuestras vidas. Machos disque “revolucionarios”, “analistas”, “deconstruides”, los tenemos identificados y no pasarán impunes en nuestros espacios. Y no solo es violencia sexual, también es violencia psicológica y simbólica. Tratan de figurar, llevarse los créditos y ser los conocedores del plus ultra del movimiento estudiantil pero quienes siguen haciendo la labor orgánica de articular, cuidar, coordinar, resolver, somos nosotras ¡y no digamos de los que abandonan su trabajo y desaparecen!

Favorablemente el movimiento estudiantil universitario está cambiando y abandonando la pestilencia de ese pacto patriarcal donde lo han tenido hundido en los últimos años. Este es un llamado a nosotras como mujeres universitarias a no dar un paso atrás. A creernos y apoyarnos entre nosotras. Los movimientos feministas y sociales nos recuerdan que ha llegado el tiempo de las mujeres. Así ha sido a lo largo de la historia pero nos han invisibilizado. Los espacios no nos han sido regalados, hemos llegado ahí por capacidad, por nuestro trabajo y nuestras propuestas. 

La política estudiantil está cambiando por nuestro ejercicio de honestidad e interpelación radical. Porque estamos diciendo ¡basta! a la normalización de las violencias. Sigamos alzando la voz, sigamos tejiendo hermandad, sigamos sanando. La consigna fue ¡nunca más una Universidad sin nosotras! y no vamos a claudicar hasta hacernos justicia, por tanto silencio, por tanta impunidad.

Te informamos rapidito
y sin spam

Total
0
Acciones
1 comentario
  1. Excelente nota. Desde Petén, todo mi respaldo y apoyo a Lenina! Profunda admiración por su trabajo y obra. No claudiquen. Algún día, espero que cercano, tendremos la primavera que merecemos.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Publicaciones relacionadas
Leé más

Consuelo de la impunidad

Guatemala no es el país de la eterna primavera sino de los breves destellos de esperanza. Consuelo Porras optó por hacer el trabajo sucio de quienes temían a la remota posibilidad de que la justicia funcionara de verdad.
Leé más

El machismo camuflado en el servicio al cliente

Aunque las conversaciones acerca de brecha salarial, desigualdad de género en el área laboral y acoso en el trabajo siguen cobrando importancia y son una realidad, hay todavía un tema del cual es importante hablar: el machismo y el servicio al cliente.
Leé más

El engaño de la mentalidad de tiburón

Ya no tengo más ganas de ser pobre, me aburrí y me cansé de serlo. Voy a leerme uno de esos libros o acudir a una de esas conferencias para cambiar mi mentalidad y hacerme millonario. Obvio que deben de ser ciertas todas esas cosas que dicen porque el mundo está lleno de personas millonarias, ricas y poderosas, que en un principio fueron pobres. Como Steve Jobs que en el garaje de la casa empezó el imperio de Apple, o el sudafricano Elon Musk que, con mucho esfuerzo siendo migrante en Estados Unidos, logró crear sus empresas multimillonarias.