Nuestra existencia LGBTIQA+ va más allá de un proceso electoral

La campaña de la primera vuelta electoral se terminó. Las vallas, los carteles y el resto de materiales que usaron los partidos para contaminar son ahora menos visibles. Sin embargo, los rezagos de su campaña quedan. Los discursos de odio, -que cual rezo de novenario repetían-, siguen generando ecos y llenando de estigmas las vidas de personas LGBTIQA+ en Guatemala.

Esto se vio reflejado en la lgbtiq-fobia que inundó las redes sociales, en el odio que transpiraban la mayoría de candidatos y en su necesidad de demostrar que tenían una postura sobre las disidencias sexuales y de género. Durante la campaña se evidenció la falta de propuestas que la mayoría de candidatos llevaba al ojo público, así como en los debates donde se enfocaron en posturas sobre temas controversiales y polarizantes, más por morbo que por interés real en comprenderlos y atenderlos. Lo veíamos en las entrevistas que daban en medios o en el contenido en TikTok que buscaba posicionar más sus opiniones personales o sus discursos de odio que propuestas reales de bienestar para el país.

Pero se nos pone a las disidencias en un debate a favor o en contra, como si nuestra existencia fuera un tema en discusión. No somos la dicotomía que en sus imaginarios existe de vernos en clave de blanco y negro, y en la que se debe tomar un bando. Nuestra existencia está por sobre los debates que las personas heterosexuales y cisgénero se adjudicaron y se dieron la autoridad moral para ponerla en deliberación.

Y que en estas sus discusiones han ignorado por completo, seguramente de manera intencional, el impacto que generan esas narrativas de odio. En un país tan violento como Guatemala, las palabras que se dicen con tanta facilidad siguen estigmatizando a la comunidad LGBTIQA+, y esto se traduce directamente en nuestra calidad de vida; en compañeras que han sido asesinadas, en los ataques que ha habido a espacios de encuentro de las disidencias, o en las constantes agresiones cotidianas que nos atraviesan en este país. Seguir predicando desprecio a nosotres para ganar votos es irresponsable y cuesta vidas.

Todo esto nos impacta en la vida porque esas narrativas de odio han sido la constante, y son contra las que luchamos. Para muchxs, esto empieza en el primer núcleo que nombramos familia, pues es en donde conocemos los sentimientos de vergüenza y desprecio por primera vez. Luego, salimos a las calles y aprendemos a vivir con esos sentires en las escuelas, en los trabajos, en las universidades y en la cotidianidad. Y ahora, en tiempo electoral también lo vemos como una práctica normalizada en la política. Al final nos reducen a un discurso de desprecio por parte de quienes buscan más votos. O, por otro lado, al silencio de quienes supuestamente nos apoyan pero por miedo o vergüenza prefieren omitirnos de sus agendas y discursos.

Entonces, lo que está provocando el proceso electoral es que sigan instrumentalizando nuestras vidas para generar simpatías y votos a partir del odio y el miedo a la diferencia. Y que más allá de propuestas, solo siguen envalentonando las narrativas homofóbicas y transfobicas que tantas vidas nos han costado. Nuestra existencia no se debe poner en juego en los debates presidenciales ni en las posturas que los candidatos toman en entrevistas. Vamos más allá de un proceso electoral, tenemos un espíritu de resistencia que conocimos desde la infancia, (muchas veces por la fuerza y para poder sobrevivir), pero es lo que nos ha sostenido en este caminar con dignidad y respeto.

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2 comentarios
  1. Qué importante es recordarles a lxs políticxs que no somos carnada para el voto fácil. Gracias, Eric por tus palabras y por tu trabajo.,

  2. Qué importante es recordar a lxs politicxs que no somos carnada para el voto fácil y a lxs demás que nuestras existencias no son debates a ganar en foros intrascendentes. Gracias por tus palabras y por tu trabajo, Eric.

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