La milpa únicamente sobrevive en colectivo

La palabra “Kanajuyú” significa “Cerro de maravillas”, esta es un área boscosa de zona 16 en la ciudad de Guatemala donde todavía se respira aire limpio. A pesar de vivir en un país en donde la naturaleza tiende a ser exuberante, la ciudad de Guatemala parece una isla de concreto.

En febrero de este año, las motosierras fueron las que alertaron a las y los vecinos de Kanajuyú que los árboles de más de cien años estaban siendo sacrificados para darle paso a una visión de ciudad que poco toma en cuenta la calidad de vida de quienes en ella habitan.

Prueba de esto es que quienes vivimos o trabajamos en la ciudad y sus alrededores, experimentamos caos y estrés, ligado al tráfico,  la inseguridad y ante todo, la frustración ante la falta de gestión pública que le dé solución a estas problemáticas. Este año la calidad del aire empeoró, el calor extremo rompió récords y al recibir las primeras lluvias llegaron las inundaciones y daños a las infraestructuras. Además, aunque la ciudad esté llena de pasos a desnivel,  el tráfico no mejora y no importa cómo te movilices, esto implica sumergirse en el caos y sus riesgos.

Sabemos que una ciudad se construye a través de un ente regulador, que en este caso es la Municipalidad de Guatemala, cuya función principal no es simplemente ceder licencias de construcción y solicitar cesiones viales; implica mucho más, como considerar escenarios para una ciudad sostenible, ordenada y donde haya calidad de vida para cada uno de sus habitantes. Un punto clave debería ser el diseñar una ciudad que conserve las pocas áreas verdes y bosques que aún quedan.

¿Pero qué podemos hacer como vecinos y vecinas? Con @JuntosporKanajuyu somos un grupo de vecinos que unimos conocimiento, experiencias y esfuerzos para evidenciar las debilidades sobre los permisos otorgados por nuestras instituciones gubernamentales hacia un proyecto de vivienda que taló más de 300 árboles.

El primer paso que tomamos fue manifestar nuestra inconformidad y preocupación por medio de cartas y firmas que respaldaran el sentir de los vecinos haciéndolo de conocimiento público y entregándolo a las autoridades correspondientes. Simultáneamente, se solicitó información desde la Ley de Acceso a la Información Pública a las instituciones correspondientes. Al obtener los datos, la analizamos con asesoramiento de expertos para luego denunciar las debilidades identificadas.

Lo que más nos preocupó fue encontrar deficiencias en los estudios que fueron aprobados por instituciones como Ministerio de Ambiente y Recursos Naturales (MARN) y el Instituto Nacional de Bosques  (INAB), como también descubrir que la MuniGuate solicitó a la empresa una cesión vial dentro del área boscosa de Kanajuyú, la cual implicaría que en el mediano plazo talen más árboles para aprovechar esa nueva calle. También nos pronunciamos por medio de acciones legales presentando un recurso de reposición ante el Concejo Municipal de la Municipalidad de Guatemala por la aprobación de la licencia de lotificación.

Exigimos que se respete el derecho a un ambiente sano y queremos sentar un precedente para que más vecinos en otras zonas se empoderen y reconozcan que la milpa únicamente sobrevive en colectivo. Hacer un cambio requiere tiempo y paciencia, pero es posible si todos los ciudadanos aportamos en cuestionar a las autoridades, si conocemos nuestros derechos, si participamos en convocatorias de colectivos organizados, o si brindamos nuestro tiempo en comprender el trasfondo de lo que pasa en nuestras comunidades, colonias y barrios.Demandemos a las autoridades que velen por el bien común y no solamente por los intereses de algunos pocos con poder económico. La  ciudad que merecemos Sí puede existir, y aunque parece que a nuestras instituciones no les interesa, tenemos claro que a nosotros los ciudadanos SÍ.

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