Dialogamos, nos reímos, soñamos, y pausamos…
¿Cuántos momentos de pausa contaste hoy antes de toparte con estas líneas? La pausa, como la RAE la define, es una breve interrupción del movimiento, acción o ejercicio. Filósofas y filósofos explican los momentos de pausa como un tiempo de alternancia, ruptura, momentos de cesura; tiempos que aportan nociones de rememoración y transformación; un momento que abre, como lo dijo el dramaturgo argentino Dalmaroni.
Durante los últimos tres años en el Instituto 25A, a través de Avenida Comunidad, hemos desafiado la constelación saturada, salvaje y accidentada de la experiencia de cohabitar la Ciudad de Guatemala, para ofrecer momentos para pausar. Estos apuntan a que, en medio de las dinámicas de vida diaria, las y los vecinos sepamos que pertenecemos a un espacio de encuentro, reflexión, y sobre todo, a un espacio en el que las opiniones son valoradas para caminar hacia la organización barrial.
En este espacio, también aprendimos que en la Ciudad de Guatemala la pausa es un momento que nos abre el camino a organizarnos: Un bicirol para salir de la rutina, una zumba para bailar y ejercitarnos con nuestra comunidad, una ronda de lotería con un atolito para platicar; son momentos que nos desconectan de nuestros trabajos, estudios, pendientes y quehaceres, para conectarnos con las personas en nuestro entorno. Pintar murales que muestran la vida en comunidad en la ciudad y presentar obras de creación colectiva con mensajes políticos, son pausas de rememoración, y apuestas a la transformación de nuestros espacios. El acompañamiento a las y los vecinos de las zonas 3, 5 y 7 significa una inhalación profunda de esperanza que nos hace repensar las formas en las que nos estamos organizando en este territorio.
A pesar de que existen muchos tipos de pausas, el hilo conductor de las reflexiones entre vecinas y vecinos habla de rupturas para crear nuevos tejidos, habla de alternancia para despertar nuevas conciencias, habla de pausar para abrazar nuevas realidades. La pausa que nos merecemos es nuestro tiempo libre para la creatividad y organización. El otro día, surgía una conversación alrededor de cómo sería la ciudad si todas y todos tuviéramos espacios dignos y tiempo suficiente para dedicarle a nuestros talentos y a lo que nos apasiona, se lo preguntaba una vecina luego de haber tenido jornadas muy lindas de muralismo, creación de teatro comunitario y haber descubierto talentos que ella creyó no tener. En ese espacio se intercambiaron risas recordando las memorias creadas a raíz de estas experiencias. El sentimiento era compartido, y junto a esto la conversación se tornaba a cómo el arte les estaba permitiendo ser más intencionales o estar más presentes en sus trabajos, en sus familias y en general con más liviandad en su vida. El hacer una pausa para explorar eso que nos gusta, desencadena una hermosa red de beneficios para nosotras mismas y para las personas que nos rodean. “Imagínense muchá, las cosas serían diferentes”, concluía un vecino.
¿En dónde estaríamos si como personas guatemaltecas tuviéramos acceso gratuito, de calidad profesional, y de alcance integral al arte, al deporte, y en general, a nuestro propio derecho a la recreación? ¿Cómo sería la ciudad si cada día nos dedicáramos a reparar un poco más el tejido comunitario? ¿Cómo sería mi entorno si con mi vecina y vecino tuviera oportunidad de intercambiar complicidades y fuerzas para mejorarlo?
Avenida Comunidad, y la comunidad ampliada de vecinas y vecinos de las zonas 3, 5 y 7, nos muestran una luz para que estas preguntas no se arrojen hacia un posible “continuará”: nos enseñan a apropiarnos de los espacios y derechos que nos merecemos, a través del encuentro y reconocimiento de que este territorio al que le llamamos Ciudad de Guatemala, es nuestro.
Dialogamos, nos reímos, soñamos, y pausamos… tejemos y nos organizamos.
Que importante es saber hacer pausas, así como tener un lugar apto para hacerlas.
Es un respiro para el alma.