El consuelo del sistema de justicia guatemalteca duró poco para Eliza*.
La niña poqomchí acompañada de Alma*, su madre, luchó para tener justicia después de denunciar los abusos sexuales de los que fue víctima desde que tenía 12 años.
Pese a que el agresor, Armando Filiberto Vaidez Juárez, de 54 años, profesor y empleado de la Dirección Departamental de Educación en Alta Verapaz, fue condenado el 14 de septiembre de 2021, a 27 años y 8 meses de cárcel, nunca fue enviado a prisión.
Y puede que siga en libertad.
Vaidez y su defensa apelaron la resolución y este jueves 10 de febrero, un tribunal tiene que decidir si da lugar a apelación o si se mantiene.
Conocé el caso completo de la sentencia contra “El Profe” y la esperanza para Eliza y las niñas de Alta Verapaz
Justicia en papel, revictimización real
Habby Linelly Ajú Coy, abogada del Bufete Jurídico de Derechos Humanos con Enfoque Feminista (BJFEM), querellante en el proceso contra Vaidez, confía en que el tribunal no de lugar a la apelación.
“Los delitos quedaron más que evidenciados en las audiencias a través del testimonio de la víctima y de las pruebas y peritajes que se presentaron. Quedó claro también en la sentencia”, dijo Ajú.
Según la abogada, los vacíos en la apelación son un indicador del mal uso del recurso de apelación para extender el proceso y evitar que la sentencia no cobre vigencia. Así el agresor puede seguir en libertad.
“Es una manera maliciosa de los abogados de la defensa de aprovechar los procedimientos establecidos dentro del proceso penal. De nada sirve a las víctimas que las sentencias sean condenatorias si siempre hay recursos para mantener abierto el proceso”, dice Ajú.
Libertad para el agresor, cárcel para la niña
La sentencia contra Vaidez es emblemática. Fue el primer caso en llegar a una condena de por lo menos 22 denuncias, solo en Alta Verapaz, contra maestros y empleados del Ministerio de Educación por abusos sexuales a niñas y adolescentes.
Para Eliza y su madre, Alma, la justicia representó un momento añorado de alivio y de esperanza, después de vivir el peor infierno imaginable. Por fin podían comenzar a sanar y regresar a lo más parecido a cómo la vida era antes. O por lo menos eso pensaban.
La sentencia fue dictada en el Juzgado de Femicidio y Violencia contra la Mujer en Cobán, uno de varios tribunales especializados creados para evitar la revictimización. Sin embargo no se ordenó prisión preventiva para Vaidez pese a que vive relativamente cerca de Eliza.
Además, pese a ser un delito sexual contra una niña, aún al reconocer la culpabilidad de Vaidez con una sentencia, el juez Edgar Augusto Barrios Sosa decidió beneficiarlo con medida sustitutiva.
Este caso es un ejemplo de cómo el sistema de justicia en Guatemala sigue exponiendo a las víctimas de violencia sexual a la revictimización constante en vez de protegerlas. Para la abogada Ajú hace falta una nueva generación de mujeres y hombres, juzgadores y profesionales de derecho que sean conscientes y sensibles frente a la realidad de las sobrevivientes.
“Viola profundamente a los derechos de la víctima y su familia. A la educación, la libertad y a la seguridad por ejemplo, porque ella no se siente segura afuera de la casa. Ya no sale. Y han habido bastantes incidentes de inseguridad”, dice Ajú.
De manera casi sistemática, como si alguien estuviera vigilando la casa y los horarios de la familia, una persona con capucha y mascarilla, ha llegado a tocar la puerta preguntando por Eliza. Las medidas de seguridad que prohíben a Vaidez acercarse a la familia brindan poca protección en la práctica.
“De qué me sirve un papel si no se cumple nada de lo que dice”, lamentó Alba cuando las abogadas de BJFEM le informaron que con la apelación, el hombre que fue declarado culpable por violar a su hija puede continuar en libertad.
Este jueves, si el tribunal decide dar lugar a la apelación, sería otra revictimización enorme para Eliza, asegura Ajú. Si la rechaza, aún existen varios recursos que la defensa puede utilizar para extender el caso. Posiblemente por años.
“Realmente es muy lamentable, porque en este tipo de casos los agresores quedan libres mientras logran mantener abierto el proceso. Y ellas, las víctimas, siguen sin vida”, resalta Ajú.
*Para proteger la identidad de la víctima y su familia, los nombres de Eliza y Alma son ficticios.