Se trata de una sentencia emblemática no solo para restaurar la vida de Eliza, la niña que con el apoyo de su madre levantó la voz frente a un sistema judicial históricamente machista.

La sentencia contra “El Profe” y la esperanza para Eliza y las niñas de Alta Verapaz

Un profesor y empleado de la Dirección Departamental de Educación de Alta Verapaz fue sentenciado a 27 años y 8 meses por haber abusado sexualmente de una niña. Es el primer caso, entre varias denuncias similares, que llega a sentencia.
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Después de año y medio de audiencias, peritajes y declaraciones, el martes 14 de septiembre se dictó sentencia en el juicio contra “El Profe”, Armando Filiberto Vaidez Juárez, maestro acusado de violar a una niña poqomchi de 12 años entre 2018 y 2020, en Alta Verapaz. 

Se trata de una sentencia emblemática no solo para restaurar la vida de Eliza, la niña que con el apoyo de su madre levantó la voz frente a un sistema judicial históricamente machista, sino también para mostrar a otras niñas y adolescentes víctimas de violencia sexual que la justicia también es para ellas.

Para proteger la identidad de la víctima y su familia, los nombres de Eliza y Alma son ficticios.

Nombrarlo es lo más difícil

Eliza es tímida. Cuando se pone nerviosa, se rasga las manos o juega con su pelo. El encierro que trajo la pandemia de covid-19 desde marzo de 2020 “no le cayó mal” a la adolescente que hoy tiene 15 años. Desde un tiempo atrás ya no le gustaba mucho salir. Le daba desconfianza, a veces miedo. 

Alma, su madre, también había notado un cambio en su carácter. De ser una niña alegre y extrovertida, se volvió irritable y contestona. Su rendimiento en la escuela bajó. Alma, maestra de 34 años, pensaba que las alteraciones se debían a que su hija estaba entrando a la adolescencia.

Cuando le preguntaba directamente Eliza siempre respondía que estaba bien. Que no tenía nada.

Cada vez se aislaba más del mundo externo. Su sueño se alteró. Algunas noches Alma la escuchó llorar, y otras noches Eliza ya no quería dormir sola e iba al cuarto de su mamá. Allí, en la oscuridad, Alma la encontraba despierta en horas de la madrugada. Siempre aferrada al silencio.

Por las tardes, Eliza solía pedir que su mamá la apoyara con sus tareas de la escuela. Juntas pasaban horas en una mesa en el patio de la casa donde Alma, con su paciencia de maestra, le explicaba los diferentes temas.

Fue en uno de estos momentos cotidianos, un día de abril de 2020, que Eliza pudo compartirle a Alma lo que estaba sufriendo.

Ese día una de las tareas era sobre el cuerpo y la sexualidad, algo que todavía no habían platicado. Alma, tomando en cuenta los cambios de conducta que había notado en Eliza, decidió aprovechar para explicarle a su hija sobre los límites de su espacio físico y que no se dejará presionar ni manipular por nadie. La única que podía decidir sobre su cuerpo era ella misma. Le recalcó que Eliza siempre le podía hablar o contar si algo le pasaba.  

“Quería darle esa confianza. De repente, cuando le dije eso, se le vinieron las lágrimas. La abracé pero no entendía por qué estaba llorando hasta que me dijo: ‘me pasó algo malo, algo grave’”, recuerda Alma. 

Eliza estaba atemorizada. Le costó romper el silencio y por fin contarle a su mamá lo que había vivido desde 2018, cuando tenía apenas 12 años. Las violaciones, las agresiones sexuales. La pornografía que fue obligabada a ver. 

“No te quiero perder”, decía mientras lloraba con su mamá, cuando le contó que el hombre amenazaba con matarla si Eliza hablaba. Fue aún más difícil para la niña nombrar al agresor: Armando Filiberto Vaidez Juárez, conocido como “El Profe”.

Alma perdió el aire. Su mundo se derrumbó y su cuerpo se llenó de un mar de emociones. Tristeza profunda, impotencia, rabia ardiente y miedo. Los cambios en su hija de repente cobraban sentido. Decidió denunciar:

“Imaginar a este hombre con mi hija… no era justo, es una niña. No dudé, haría lo que fuera. Aunque nadie me iba a creer, fui a poner la denuncia”, relata Alma.

El equipo legal en espera de la sentencia del pasado 14 de septiembre.

Abuso de confianza y desigualdad de poder

“Soy solamente un profe”, dijo Armando Filiberto Vaidez Juárez en una de las audiencias. Pero según Liliann Vásquez, abogada querellante del Bufete Jurídico de Derechos Humanos con Enfoque Feminista (BJFEM), es mucho más. 

Laboraba en la Dirección Departamental de Educación de Alta Verapaz y, cómo profesor y bombero, gozaba de reconocimiento en el municipio donde vive. 

Es un hombre alto de 189 libras y 54 años de edad. Antes pesaba mucho más, según sus declaraciones en las audiencias. En 2018, la primera vez que Eliza recuerda que la agredió, él tenía 51 años. Ella era entonces una niña delgada, de 12 años, que confiaba en Vaidez.

Una de las testigas en el caso describe a Vaidez como un hombre intimidante y controlador. Tenía 17 años y todavía era su alumna, cuando él la comenzó a acosar. Siguió durante años. Incluso llegó a amenazarla.

“Me vigilaba. Sabía a qué hora salía o entraba. Lo miraba en las esquinas, controlándome. Era desesperante y me daba mucho miedo. ¿Quién me iba a defender?”, explica.

Según la mujer, hasta llegó a amenazar con violencia si la miraba con otro hombre. Finalmente ella decidió mudarse para alejarse de él. 

Vaidez no es el único empleado del Ministerio de Educación denunciado por abusar sexualmente de niñas y adolescentes en Alta Verapaz. Existen 22 denuncias en el Ministerio Público, pero el Bufete Jurídico de Derechos Humanos con Enfoque Feminista (BJFEM) tiene conocimiento de 69 niñas y adolescentes que sufrieron de violencia sexual por parte de maestros y directores de escuelas. Varios de los casos salieron a luz gracias al trabajo comunitario de la asociación Comunidad Esperanza, que brinda apoyo a las víctimas. 

En el Ministerio de Educación los datos sobre agresores sexuales dentro de la planilla son escasos y dispersos. No tienen información completa y confiable. 

La institución cuenta con un sistema interno de quejas que, entre 2015 y 2020, recibió 131 quejas por acoso y violencia sexual a estudiantes. 9 de ellas en Alta Verapaz, y un tercio en el pequeño municipio de Tactic. Este registro no refiere ni los nombres de las personas señaladas, ni sobre las resoluciones de los casos.

En otro listado de la misma unidad, aparecen 36 personas que fueron destituidas por las mismas causas. 10 de ellas en Alta Verapaz.

Además, en ese mismo periodo de tiempo, se registraron: 

  • 424 destituciones, de las cuales solo 238 fueron tipificadas según la falta cometida. Un total de 32 personas fueron destituidas por acoso, acoso sexual, actos indebidos o violación y en 17 casos, el agresor fue el director profesor titulado.
  • Además hubo 279 sanciones de las cuales 6 fueron por “actos inmorales” y 2 fueron por acoso. 

El problema puede ser aún mayor que estas cifras ya que, por ejemplo, Armando Filiberto Vaidez Juárez no aparece en ninguno de estos registros, pese a que fue denunciado ante el Ministerio Público en 2020. 

La niña que soñaba con ser pediatra o maestra

“Debe de saber que hay una niña de 14 años sentada muriéndose de miedo allí afuera. Ella tiene derecho a ser escuchada. Tiene derecho a no ser revictimizada”, resaltó la abogada Vásquez, en una de muchas audiencias frente al juez, para insistir que no se suspendiera como solicitaba la defensa de Vaidez.

Cada citación al juzgado o al Ministerio Público durante el último año y medio significó momentos de ansiedad para Eliza. Recordar las agresiones era doloroso, y sentía mucha presión de responder rápido. Como si fuera un examen en la escuela. 

El proceso que sigue una denuncia, revictimizante y tedioso, es una secuela más de la violencia sexual. Otra carga emocional para la víctima.

Eliza aún se siente más cómoda en la seguridad de su casa. Un hogar acogedor, de tres espacios, que desde cada rincón invita a jugar. Hay muñecas, juguetes y hasta una pared que se volvió lienzo para los crayones de una de las tres niñas que habitan el lugar.

Juega tranquila afuera en el patio, o mira televisión con el balbuceo de su hermana más pequeña de fondo. Le encantan los niños y sueña con ser pediatra, aunque no está muy segura sobre si podrá estudiar en la universidad. Si no, le gustaría ser maestra. Estudios Sociales e Historia son sus materias favoritas, especialmente cuando tratan sobre la cultura maya de Guatemala. 

Admite que extraña a sus compañeras de la escuela. Hablan todos los días en redes sociales, pero no es lo mismo que cuando compartían chismes en los pasillos, dice. Ahora más que todo hablan de tareas. 

Después de ya no cargar sola con los abusos que vivía, la relación con su mamá regresó a la cercanía de antes.

“Hubo una época en la que no me llevaba bien con mi mamá. Por lo que me pasó no estaba bien y como que lo remataba con mi mamá. Me preguntaba cualquier cosa y de una vez le contestaba. Ahora me siento más tranquila con ella. Siempre estuvo conmigo, y mi familia me ha apoyado. Mi abuela me aconseja. Hay muchas personas que no tienen el apoyo de sus papás o que no les creen”, dice. 

Para Liliann Vásquez, abogada de Eliza, la sentencia es un mensaje poderoso para que las niñas que sufren de violencia sexual sepan que sí pueden encontrar apoyo y justicia.

Justicia, aunque a medias 

Seis largas horas duró la audiencia del pasado 14 de septiembre. Después de 18 meses de persistencia, determinación y esfuerzo, para Eliza, Alma y el equipo de abogadas, cada minuto se sentía eterno.

En los recesos se notaban los nervios tras las mascarillas, especialmente en los ojos de Alma. Por su seguridad, Eliza no estuvo presente.

La estrategia de la defensa, como en las audiencias anteriores, se enfocó en poner en duda las capacidades de Alma como madre y sus motivos para presentar la denuncia por lo que vivió su hija.

“Yo la perdono”, dijo Vaidez en la audiencia pese a ser él el sindicado. En su mano apretaba una Biblia azul y un rosario cada vez que hablaba.

Además la defensa intentó debilitar la credibilidad de Eliza. Que por qué no recordaba las fechas y otros detalles de las violaciones, o por qué no había alertado a su mamá antes. Todo esto pese a que Eliza testificó que Vaidez amenazaba con matar a su mamá si ella hablaba.

Finalmente, a las 2.45 de la tarde hubo sentencia. Armando Filiberto Vaidez Juárez, “El Profe”, fue sentenciado a 27 años y 8 meses de cárcel, inconmutables, por violación y agresión sexual con agravación de la pena. Vaidez, quien no fue enviado a prisión preventiva durante el proceso, gozará de libertad hasta vencer el plazo para apelar la sentencia.

Para Liliann Vásquez, abogada de Eliza, la sentencia es un mensaje poderoso para que las niñas que sufren de violencia sexual sepan que sí pueden encontrar apoyo y justicia si deciden denunciar. Sin opacar el logro y su contento, Vásquez lamenta que, pese a ser un juzgado especializado, el proceso todavía carece del enfoque de género. 

Por los hechos imputados Vaidez enfrentaba una condena de 66 años, pero no fue condenado por todos los cargos. Queda pendiente definir si las abogadas querellantes apelarán por los cargos absueltos. Por ahora proceden las audiencias para establecer una reparación digna para Eliza.

Una huella imborrable 

Los abrazos de celebración se compartieron lejos del juzgado, en un lugar donde Alma y su familia estarían menos expuestas. Los riesgos por denunciar a un agresor sexual con poder local, aún siguen vigentes. Alma ha recibido amenazas y por lo mismo, la familia continuará con medidas de seguridad.

Con la calma y paciencia que la caracteriza, Alma expresó su alivio y gratitud porque se hizo justicia. Lo único que ha pedido desde el día que denunció. La madre no olvida el objetivo más importante: que Eliza pueda comenzar a sanar, que vuelva a ser esa niña sonriente que era antes. La sentencia es un paso significativo, mas no borra el trauma.

“Mi hija ha sido muy negativa. Ya no se valora como antes. Eso es como una cicatriz, toda la vida la va a llevar. Pero que sienta este apoyo le va a animar a ella y a otras víctimas, para que no tengan miedo de denunciar”, dijo Alma. 

El caso de Eliza es el primero en llegar a sentencia, además otros dos casos ya están en la fase de debate. La siguiente sentencia podría darse en octubre.

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