Periodista de la USAC. Escribo sobre la política guatemalteca, el gasto público y problemáticas sociales. Me gusta investigar, aprender y explicar temas (casi tanto como la cultura pop). Creo en el conocimiento como la base de los grandes cambios.
Una necropsia “bien hecha” toma de entre 3 a 6 horas completarla, pero algunas fiscalías locales en México solo tienen un médico forense para 12 horas y llegan a hacer hasta 10 necropsias. ¿Cuántos médicos forenses se requieren para los más de 50 mil cuerpos sin identificar en México? ¿Y cuántos se necesitan para devolver a las familias de Guatemala los restos de sus migrantes hallados muertos aquí?
Dos enormes palos de mango hacen sombra en el patio lodoso de la casa de Jasmin Tomás. Esta es, quizá, la mejor temporada porque los frutos recién alcanzaron su punto de madurez y caen por sí solos aunque algunos se funden en el lodo antes de ser devorados por Jasmin y su familia.
A nivel institucional en México existen múltiples fallas en la búsqueda de migrantes desaparecidos. Hay un caos en el registro de los datos, nadie sabe qué se está contando y qué se está dejando de contar. Los datos que lleva la Comisión Nacional de Búsqueda, por ejemplo, no coinciden con los que reportan las fiscalías locales. En medio de una crisis forense sin precedentes, México no tiene políticas públicas para la búsqueda e identificación de migrantes. La historia de Aurelio Cruz López, un joven desplazado de Chenhaló, Chiapas, demuestra que esas falencias tienen un impacto dramático en las familias.
Para llegar a la casa de Yasmin Martín y Miqueas Bravo hay que caminar por un sendero estrecho y cuesta arriba ubicado en una cima boscosa que forma parte del caserío 15 de Enero, ubicado en Malacatán.