Desaparecer en Ciudad Quetzal y que la PNC encargue a tu papá la investigación

El problema de las desapariciones de niñas, niños y adolescentes sigue en aumento en Guatemala y es aún más grave cuando ocurre en zonas abandonadas por el Estado. Allí las investigaciones no avanzan, como sucedió con el caso de Marilyn, las autoridades apenas aparecen y encargan la responsabilidad de buscar justicia a las familias. Los prejuicios y los estigmas solo son un obstáculo más para encontrar con vida a estas niñas y adolescentes.

Encontraron a Marilyn un lunes. Una persona caminaba en la cuesta de un barranco buscando material para reciclar cuando se topó con su cuerpo. Estaba envuelto en una sábana y fue abandonado a menos de 200 metros de su hogar en Ciudad Quetzal, San Juan Sacatepéquez. Fue el 1 de agosto de 2022. 

Marilyn tenía 17 años. Llevaba seis días desaparecida pero fue hasta que la encontraron asesinada, que su papá, Roberto Florián, vio a las autoridades involucrarse en el caso de su hija. No llegaron investigadores a la casa o a la vecindad a tomar declaraciones y fotos, como dijeron que harían cuando se activó la alerta Alba-Keneth. Tampoco lo llamaron.

“Nunca vino nadie. Vinieron hasta después de que mi hija fue encontrada”, dice Roberto sentado en un banquito de plástico bajo la luz blanca en su sala. 

Ese banquito es de las pocas cosas que aún quedan en su casa. Durante meses, la ha ido vaciando poco a poco. Una bolsa, una caja, un mueble a la vez, para pronto abandonar la colonia que por 20 años fue el hogar de él y su familia. 

Buscar justicia sin apoyo de las autoridades ha puesto en la mira a su familia. “Acá ya no hay paz para nosotros”, afirma cabizbajo. 

Roberto Florian sostiene los zapatos de enfermera que utilizaba su hija Marilyn, de 17 años, durante sus prácticas, antes de que fuera asesinada en Ciudad Quetzal en agosto de 2022. Quorum/2024

Un sueño apenas comenzado

En la mañana del 26 de julio de 2022, Marilyn salió de su turno en el hospital de la Policía Nacional Civil, ubicado en la zona 1 de la Ciudad de Guatemala. Apenas un par de semanas antes había comenzado sus prácticas de enfermera allí. Estaba emocionada. Soñaba con ser paramédica y ni los turnos largos ni el desvelo le quitaban la felicidad de estar un paso más cerca de alcanzarlo. 

Roberto recuerda cómo compartía las experiencias nuevas: “Hoy fui en una ambulancia, fuimos a dejar a un viejito al Hospital Roosevelt. La ambulancia iba con la sirena abierta, yo iba bien agarrada. Que nervios”. 

Admite que como papá era estricto, la quería cuidar, pero eso no afectó su relación. Eran cercanos. Aún más después de la muerte de la mamá de Marilyn, solo un año antes. Padecía de cáncer y luchó contra la enfermedad durante 14 años. En sus últimos meses, cuando su condición empeoró, Marilyn estuvo a su lado. Le prometía que cuando se graduara de enfermera se dedicaría a cuidarla. 

“Era un amor”, dice Roberto con dolor. 

Cuando salió del hospital, un familiar la recogió para llevarla a Ciudad Quetzal. Se sabe que Marilyn llegó a la casa. Ahí dejó su uniforme de enfermera. Roberto aún guarda sus zapatos. Antes de desayunar, llamó a su papá como solía hacer para avisar que había llegado bien. En algún momento durante el día, Marilyn salió. No se sabe adónde ni a qué. 

La última vez que Roberto habló con ella fue en la tarde de ese mismo día. La escuchó diferente, extraña, pero pensó que era porque estaba cansada. Dijo que estaba con unos amigos y que pronto se iba a casa. Desapareció sin rastro.

Roberto Florian sostiene una foto de Marilyn en su último turno de sus prácticas de enfermería, la noche antes de su desaparición. La adolescente de 17 años, fue asesinada en Ciudad Quetzal en 2022, y su papá ha enfrentado obstáculos del sistema y amenazas en la búsqueda de justicia. Quórum/2024

La justicia al revés

Un par de fotos y recuerdos aún quedan en las paredes detrás de Roberto. Dan testimonio de un pasado con más alegría. Un dibujo hecho por su hijo más pequeño. Una foto de un día de familia en la playa. Una de Marilyn en su graduación y otra en el hospital con su uniforme de enfermera de la noche antes de que desapareciera.

“Nunca me imaginé que eso nos iba a pasar”, dice el papá de 45 años. Quebrado, pero en pie de lucha. Aún tiene la responsabilidad de dos hijos, los hermanos de Marilyn. Todos están bajo amenaza, como presión para que Roberto desista de exigir avances en la investigación.

Para él la única opción es huir. Hace meses ya envió a su hijo adolescente a vivir en otro lugar para protegerlo. Ya no tiene fe en las autoridades. Su experiencia con el manejo del caso de Marilyn destruyó la poca confianza que tenía.

No recibía información ni actualizaciones y las muchas veces que Roberto fue al Ministerio Público (MP) para saber cómo iba la investigación sólo encontró pretextos, como la reasignación del fiscal a cargo y el atraso en asignar a otro. La Policía Nacional Civil (PNC), por su parte, le encargó a él que hiciera la investigación.

“Dijeron que para que mi caso pudiera continuar, yo tenía que llevarles a las personas que vinieron, cuántos vinieron traer a mi hija, en qué hora la sacaron, por dónde y a qué lugar. Entonces, me dijeron que como no podía cumplir eso, difícilmente se podía llevar el caso”, recuerda. 

A los meses del femicidio de Marilyn, un hombre, supuestamente pandillero, fue asesinado cerca de la colonia. En esa ocasión, la PNC sí se presentó a la casa de Roberto. 

Le preguntaron si él tuvo algo que ver con el asesinato, como una venganza por Marilyn. La visita no solo le generó desconfianza, sino hasta sospechas de complicidad entre algunos agentes de la policía y las pandillas. Tanto que incluso no quiso ir a la subestación a dar su declaración porque temía que fuera una trampa.

Después comenzaron las llamadas: “si no querés tener otro muerto en tu familia, da de baja a la denuncia o atendé a las consecuencias”.

Arrinconaron a Roberto. Anhelaba justicia pero la falta de capacidad de las autoridades implicaba que para ver avances, él tendría que asumir tareas de investigación que le ponían en riesgo a él y a sus hijos. Soltó el proceso y decidió alejar a su familia del peligro.

Una fotografía de Roberto Florian con sus hijos en una playa hace años cuando todavía eran pequeños, cuelga en la sala de su casa en Ciudad Quetzal. Quórum/2024

El abandono a la niñez y adolescencia

Fue una llamada breve, devastadora, recuerda Ada Ventura: “encontraron a tu alumna aquí arriba”. 

Ada es coordinadora del programa “Mujer yo soy vida” de la Asociación de Estudios y Proyectos de Esfuerzo Popular (EPRODEP), el instituto en Ciudad Quetzal donde Marilyn estudiaba enfermería.

Cuando Ada llegó, muchas personas ya estaban reunidas alrededor del barranco. A distancia vio a Roberto. Se acercó una señora, consternada.

“¿Qué pasó? ¿Es mi hija?”, preguntaba en llanto mientras intentaba ver hacía el barranco. Su hija adolescente también estaba desaparecida, igual que la de otra madre nerviosa entre la multitud de gente. Ada se quedó paralizada. Esperaba que no fuera Marilyn, pero eso significaba que era la hija de alguien más.

Ada creció en Ciudad Quetzal pero fue hasta que comenzó a trabajar con niñez y adolescencia que se dio cuenta de la magnitud del problema del crimen organizado en el área y del impacto que tiene en la vulnerabilidad de las y los niños y adolescentes. Especialmente mujeres. Ha visto caso tras caso de mujeres jóvenes que fueron víctimas de la violencia incesante. 

Una adolescente que fue secuestrada en la carretera. Le pusieron un trapo sobre la boca y perdió la conciencia. Fue víctima de violencia sexual. La localizaron con vida en otro lugar. Con vida, pero tras haber sufrido violencia sexual. 

También tuvo una alumna que fue reclutada a temprana edad a una pandilla local para el narcomenudeo, justo por tener acceso a diferentes espacios con jóvenes. Su familia agotó todos los recursos para intentar sacarla. Fue asesinada a los 17 años. 

En 2020, Chelsiry Hernández, de 12 años, fue asesinada por su tío, Edgar Leonel Marroquín. Cuatro años después, Marroquín fue condenado a 33 años de prisión por el femicidio. 

Todas tenían alerta Alba-Keneth.

“¿Qué podemos hacer? Estamos cansados de esto”, dice Ada frustrada. Para ella, el problema no es Ciudad Quetzal. Estos casos reflejan problemas estructurales profundos que hacen más vulnerables a las juventudes y mujeres. 

No existen datos específicos de cuántas alertas se activan en Ciudad Quetzal. Pero a nivel de San Juan Sacatepéquez, como en el resto del país, la cantidad de alertas ha ido en aumento. De 76 alertas en 2013 a 105 en 2022, el año que Marilyn desapareció. También aumentó la cantidad de alertas que permanecen activas, en 2022 el año terminó con 16 niñas, niños o adolescentes que aún no habían sido localizados.

También podés leer el proyecto especial en que analizamos los datos de más de diez años de desapariciones de niñas, niños y adolescentes: ¿Dónde están?

El 17 de septiembre de 2022, Marilyn hubiera cumplido 18 años. Al día siguiente, Eprodep y organizaciones de sociedad civil alertaron sobre el aumento de violencia, femicidios y secuestros de niñas y adolescentes en Ciudad Quetzal. Exigieron justicia y acciones preventivas.

Tan solo mes y medio después también desapareció Yohana Marleny Vicente en Ciudad Quetzal. El cuerpo de la jóven indígena fue abandonado en un terreno baldío con señales de violencia. Tenía 16 años.

Roberto Florian en la sala de su casa durante una entrevista en febrero sobre el incompleto camino hacia la justicia y los riesgos que vive después del asesinato de su hija Marilyn, una estudiantes de enfermería de 17 años en Ciudad Quetzal, en agosto de 2024 a pocas cuadras de su casa.

¿Qué se sabe de la investigación sobre el femicidio de Marilyn?

Casi dos años después no hay avances en el caso. La desaparición y el femicidio de Marilyn siguen en impunidad y la información de las autoridades sobre su desaparición y asesinato es escasa:

  • Según una hipótesis, cuando Marilyn salió de su casa, tomó un taxi o Uber para transportarse a otro lugar.
  • Algunas líneas de investigación involucran a integrantes de pandillas y otras no.
  • Identificaron a tres personas sospechosas del femicidio y solicitaron allanamientos de diferentes inmuebles.
  • En el procesamiento del lugar donde Marilyn fue encontrada, se recabaron indicios y realizaron recorridos para ubicar cámaras de vigilancia en el área. 

Existe la posibilidad de que el expediente contenga más información que las autoridades se resguardan para no afectar el caso, ya que oficialmente la investigación sigue en proceso.

Para Roberto esta información sobre el caso es nueva. No recibe actualizaciones y muchas diligencias forman parte de los pasos iniciales de la investigación. Los resultados y cualquier seguimiento posterior quedaron en suspenso. Le quedaron muchas preguntas:

  • ¿Se realizaron los allanamientos en los inmuebles de los sospechosos?
  • ¿Encontraron cámaras y obtuvieron grabaciones? 
  • ¿Buscaron las cámaras en el área cuando se activó la alerta Alba-Keneth y Marilyn posiblemente aún estaba viva? ¿O fue hasta que ya fue localizada asesinada? 
  • ¿Solicitaron acceso a su celular para buscar indicios en redes sociales, mensajes o llamadas? 

Durante semanas, el área de comunicación del MP prometió respuestas de la fiscalía a cargo del caso. Pese a varios reclamos, nunca las recibimos.

Roberto Florian sostiene los zapatos de enfermera que utilizaba su hija Marilyn, de 17 años, durante sus prácticas, previo a su asesinato en Ciudad Quetzal en agosto de 2022. Quorum/2024

Estigmas y titubeos 

Aún persisten los estigmas y prejuicios que minimizan la gravedad de una desaparición cuando se trata de mujeres. Por ejemplo, frases como “de plano se fue con algún hombre” o “se hizo novia de algún pandillero”.

Fueron comentarios como estos los que escuchaba Roberto en la vecindad cuando buscaba a Marilyn la noche que desapareció y que lo distrajo de activar la alerta inmediatamente. Quería creerlos y pensar que en cualquier momento su hija regresaría. Eso dolía menos. 

Al día siguiente, cuando fue a denunciar la desaparición, fue recibido con más comentarios y titubeos. En la estación de la PNC un agente le dijo que debía esperar hasta que pasaran 24 horas para que no iniciaran el proceso de búsqueda por nada.

No le fue mejor en el MP de San Juan Sacatepéquez. “Hay quienes se van con un patojo, o como migrantes a Estados Unidos y a los dos meses resulta que llaman a la familia. Y hay quienes aparecen y hay quienes lamentablemente aparecen sin vida”, le dijo el fiscal. 

Las autoridades siempre tienen la obligación de iniciar la búsqueda e investigar. La unidad operativa de la alerta, entidad bajo la Procuraduría General de la Nación, indica que este tipo de anomalías o actuaciones erradas por parte de las autoridades locales se pueden denunciar al teléfono de la unidad. Es el número 1546.

El problema es que las personas que han sido usuarias de la Alerta no tienen conocimiento de esta opción y no existe un proceso de evaluación con ellas de parte de la institución.

Además la unidad no maneja un registro general que permita conocer cuáles son las denuncias más frecuentes, dónde ocurren o el seguimiento que se les ha dado dentro las instituciones señaladas.

Esto también podría servir para evaluar y actualizar los protocolos y capacitar al personal que tiene contacto directo con la población en casos de desapariciones. Por ejemplo, la Unidad Alba-Keneth y el Ministerio de Gobernación confirman que no está establecido un tiempo límite para contactar a la persona que activó una alerta.

Michelle Vallar es especialista en derechos de niñez y adolescencia y tiene más de 10 años de trabajar en temas de protección. Considera que es lamentable que todavía se escuchan este tipo de comentarios de autoridades y de la población.  

“La desaparición de niños y niñas ha sido un tema que ha sido normalizado precisamente por estos comentarios fuera de lugar. Si ves en redes sociales cuando se activa una alerta, los comentarios de la población son exactamente los mismos”, afirma.

Resalta que la PGN es responsable de implementar mecanismos para erradicar estos prejuicios y concientizar a la población, pero que la institución carece de recursos suficientes para atender en todo el país y de manera integral. 

El caso de Roberto Florián es un ejemplo, dice la especialista, de la falta de acompañamiento a las familias de víctimas de desaparición, tanto en términos de informar sobre el seguimiento a la investigación como de salud mental. La carencia de esa atención puede conllevar situaciones graves posteriormente, por ejemplo si hay otros niños en la familia. 

“Si no hay información, se sigue alimentando esa ansiedad desde que desaparece. ¿Qué garantías de protección tienen los otros hijos? ¿Y qué ofrece el Estado en estos casos donde aparecen asesinados, quién asume el acompañamiento?”, cuestiona.

Unos días después de la desaparición de Marilyn, Roberto publicó un mensaje en Facebook. Una plegaria a su hija de regresar, en caso que lo leyera y los prejuicios eran reales.

Roberto insiste en que siempre fueron cercanos. Por eso, cuando la gente insistía en que tal vez se había ido con alguien o tal vez quedó embarazada y por miedo a decírselo decidió irse, a Roberto no le cuadraba. Sentía que algo no estaba bien. 

Actúen, no se dejen llevar por los comentarios

El día que Marilyn fue asesinada vestía una blusa color melón que era de su mamá. Le encantaba. Fue la blusa que hizo que Roberto la reconociera. Aún siente todo como si fuera ayer. Como si desde ese día hubiera descendido al barranco a confirmar su peor pesadilla y ya no hubiera podido volver a subir. 

Su consejo para otras familias que vivan una situación similar es que confíen en su intuición y actúen en el momento aunque sea difícil:

“No descansen y no se dejen llevar por estos comentarios que a uno le vienen de todos lados. Uno como que se queda a la espera de ver qué pasa, como me pasó a mi. Mejor que las personas empiezan a menear pitas con todos los recursos que tengan para localizar a la persona”, dice.

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1 comentario
  1. Se siente tan triste la desolación del Papá de Marilyn, don Roberto Florián….. Él y su familia merecen un mejor tratamiento y acompañamiento de parte de las autoridades de todo tipo

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