¿Por qué polariza la lucha contra la corrupción?

Luchar contra la corrupción no debería generar demasiada polarización, sin embargo, en Guatemala la división de opiniones con respecto a este proceso ha sido considerable, especialmente desde el 2017.
Ilustración: Herbert Woltke

La destitución del fiscal Juan Francisco Sandoval el pasado 23 de julio fue un evento más que abonó a este conflicto. ¿Por qué es tan difícil llegar a acuerdos? En mi opinión, en Guatemala la división es producto de una falta de consenso sobre el fin último de la depuración del Estado. Mientras que algunos apoyan este proceso para consolidar el modelo económico liberal, otros lo han tomado como una oportunidad para proponer un modelo alejado del liberalismo económico, con un enfoque más colectivista. Esto ha generado desconfianza entre la ciudadanía, lo cual ha permitido que los actores implicados en corrupción se vean beneficiados.

Es importante recordar que Guatemala inició un proceso de liberalización tanto política como económica a partir de 1985. En las últimas tres décadas, se han tenido avances importantes en materia de liberalización del mercado. Guatemala se ha insertado en los mercados internacionales, ha mantenido políticas macroeconómicas prudentes y ha crecido de forma constante, aunque insuficiente. En el ámbito político la historia ha sido distinta. Los partidos políticos son cada vez más débiles y la corrupción se volvió la forma de operar en lo público. El crimen organizado se adueñó de más espacios. Como resultado, el buen manejo macroeconómico no se ha visto reflejado en una mejora en la calidad de vida de los guatemaltecos.

La lucha contra la corrupción puede plantearse como un esfuerzo necesario para la consolidación de una economía libre. Al desmantelar las estructuras clientelares y criminales enquistadas en el Estado, se puede aspirar a que los derechos de propiedad sean respetados, las inversiones tengan certeza de largo plazo, exista competencia entre las empresas, y el Estado implemente programas sociales para aquellos segmentos de población en condiciones de pobreza extrema. Asimismo, luchar contra la corrupción podría permitir una mejora en indicadores de competitividad, lo cual podría poner el país en una mejor posición para ser sujeto de financiamiento e inversión externa. Todo esto resultaría en un incremento del empleo y la prosperidad. No cabe duda de que una buena parte de las personas que apoyan la lucha contra la corrupción persiguen esta agenda. Su objetivo es la depuración del sistema político, pero sin modificar sustantivamente el modelo económico liberal.

Sin embargo, algunos han aprovechado la oportunidad para cuestionar no solo el modelo político sino también el económico. Desde esta visión, el modelo económico liberal es la causa de la corrupción. Por lo tanto, no solo el sistema político debe ser depurado, sino también debe haber una transformación de la estructura económica del país. Esta agenda incluye la nacionalización de industrias estratégicas, la redacción de una nueva constitución (no solo reformas), y un mayor énfasis en los derechos colectivos por encima de los individuales. Desde esta visión, se debe reconfigurar el derecho de propiedad, así como el papel del Estado en la economía.

¿Cuál de las dos agendas se vería políticamente beneficiada por la lucha contra la corrupción? Al observar las tendencias en América Latina, se puede observar una creciente popularidad de los movimientos que persiguen objetivos más colectivistas. Por ejemplo, en Bolivia se revirtieron aspectos importantes del programa liberal durante Evo Morales; y en Perú, es muy probable que Pedro Castillo persiga dicho modelo. Lo mismo podría suceder en Chile, donde se plantea una transición hacia una economía con más intervencionismo del Estado. En mi opinión, esta es la razón principal por la que existe división sobre la lucha contra la corrupción en Guatemala.

Ciertamente, es posible que estos miedos sean sobredimensionados, y que al final el mantener el estatus quo lleve al país a una trayectoria populista económica. Mientras tanto los mayores beneficiados de esta falta de consensos son aquellos que se han enriquecido con el dinero de los tributarios. En efecto, muchos de ellos hoy disfrutan de su libertad. Estoy seguro de que el conflicto por la lucha contra la corrupción se mantendrá en los próximos meses. Sabremos el desenlace en las elecciones del 2023.

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