Todas las vidas de Ilse, una mujer trans de 57 años

Ilse Jeaneth Contreras habla con sentimientos encontrados al rememorar su recorrido como mujer trans en Guatemala y al ver a una generación joven que puede ser un poco más libre de lo que ella fue.
Ilse Jeaneth Contreras

La puerta de su casa se mantiene siempre abierta. Un letrero en la pared amarillenta indica que ahí se hacen ruedos, se colocan zippers y se hacen zurcidos a las prendas de vestir. Ilse Jeaneth vive en el El Amparo II, un barrio popular ubicado en la zona 7 de la Ciudad de Guatemala.

Esta tarde de septiembre el cielo está despejado y los gatos del vecindario entran y salen de la casa de la costurera con completa confianza, como lo hacen también sus vecinos.

Durante los últimos 40 años el barrio ha sido testigo de cómo Jeaneth se ha ido transformando poco a poco y encontrándose con su propia identidad. Es de carácter fuerte: lo que piensa, lo dice. Es, incluso, un poco dura para tratar a quienes no conoce, pero es esa transparencia la que al final se gana la confianza de quienes están a su alrededor.

Las y los jóvenes la buscan en su hogar, donde tiene un taller de costura. Le piden que les enseñe a coser y Jeaneth nunca dice que no. En estos encuentros aprovecha para hablarles:

“Les digo ‘¿ustedes ya estudiaron la identidad de género?’, y me dicen que no. Entonces les pregunto, ‘¿Saben lo que es una mujer trans?’. Y responden: ‘Sí, es alguien como usted’”.

Ella no hubiera imaginado tener ese diálogo en su propia adolescencia, cuando tuvo que salir de su casa a los 15 años por la discriminación de sus hermanos. 

Sobrevivir a su propia familia

Hoy Jeaneth tiene 57 años. Lleva el pelo teñido de negro y los labios pintados de rosa. Las arrugas en su rostro cuentan de una vida de resistencia.

Nació en el barrio El Gallito, en la zona 3 y desde que empezó a ir a la escuela ya se diferenciaba de los niños. Es una etapa que prefiere no recordar porque la traslada a los malos tratos que recibía cuando sus hermanos se dieron cuenta que le gustaba jugar con muñecas y que prefería la compañía de las demás niñas. 

Pero su mamá es su referente de mujer. De ella solo recibió amor y sabe que lloraba a solas al ver que sus otros hijos no aceptaban a Jeaneth como era. “Fue una mujer luchona que nunca se dio por vencida”, dice. 

Después del terremoto de 1976, con su familia tuvo que mudarse a la colonia ‘4 de Febrero’, en la zona 7, y desde esa fecha recuerda que empezó a construir su identidad de género.

“No se tenía entendido cómo era una mujer trans o una persona de la diversidad sexual porque no había mucha información. En ese entonces yo sabía que era un homosexual pero a los 15 años me empecé a hormonizar con pastillas anticonceptivas porque quería ser una mujer”.

Resistir en la calle en tiempos de guerra

A los 22 años empezó como trabajadora sexual en las calles de la zona 1, en pleno centro de la Ciudad de Guatemala. Entre sus tesoros aún guarda varias fotografías que le recuerdan a sus compañeras de esa época.

En una de las fotos aparece con cuatro mujeres jóvenes afuera de un lugar llamado Salón Ramiro, que se ubicaba en la 5 avenida y 14 calle. Están abrazadas, casi todas sonrientes, con el pelo estilizado con una permanente característica de la década de los 90.

Jeaneth es la única que aún está con vida. Las demás murieron. Algunas, a causa de la falta de acceso a un tratamiento contra el VIH. Otras, como su gran amiga Conchita Alonso, a manos de la violencia. 

Alonso es la única que se mantiene seria desde la esquina izquierda de la foto. Ella fue asesinada en 1997 en la zona 1 de la capital. La demanda de justicia por el transfemicidio de esa joven de 23 años fue el inicio en Guatemala de la Marcha del Orgullo, que aún se celebra cada año.

“Con ellas trabajamos en una discoteca imitando a artistas”, cuenta Jeaneth. Para entonces, los artistas de moda que imitaban eran Gloria Trevi, Yuri, Ana Gabriel y María Conchita Alonso. 

Sus shows eran en la famosa discoteca Cashé, que se ubicaba cerca del Cementerio General. Ese taller mecánico, que durante las noches se convertía en una pista de baile, era de los pocos lugares seguros para la comunidad LGBTIQ+ que existían en aquella época. 

Los recuerdos alegres chocan con los momentos en los que Jeaneth acudió a las drogas y al alcohol para asimilar una realidad en la que ella y sus amigas vivían. A menudo eran agredidas, violentadas y desaparecidas por las fuerzas de seguridad de las dictaduras militares.

Una “madre” para la comunidad

Después de pasar por siete casas de rehabilitación, Jeaneth ahora celebra más de dos décadas sobria. Es coordinadora del colectivo Mujeres Trans Trabajadoras Sexuales de El Trébol, que nació en el 2010. “Madre” le dicen allá. Trabaja con temas de salud sexual, derechos humanos y prevención de las drogas y el alcohol. 

Con los años, Jeaneth ha sido reconocida como una figura protectora de muchas mujeres jóvenes que han acudido a ella, y mientras habla, su celular no deja de sonar. La llaman compañeras y otros colectivos para pedirle acompañamiento y ayuda. 

También se dedica a apoyar a otras mujeres trans adultas mayores para que puedan tener una vejez digna, un tema del que se habla poco en Guatemala. Jeaneth Menciona como ejemplo a Juanita, de 80 años, que murió hace poco más de un mes. 

“La salud para las personas grandes es peor. No hay una ayuda social del gobierno para mujeres trans, por fuerza tenemos que tener una familia construida por nosotras mismas para que nos den el bono del Adulto Mayor”.

Jeaneth formó una familia con sus sobrinas y el hijo de una de ellas, pero esto no es suficiente para que el gobierno la tome en cuenta en el aporte mensual que los adultos mayores reciben y que les sirve para su subsistencia y compra de medicinas.

Aún queda mucho por luchar, pero ve entre lágrimas y alegría cómo la Marcha del Orgullo hoy convoca a miles de jóvenes que caminan por las calles de la ciudad. Hace 20 años, cuando Jeaneth participaba en las primeras marchas iba en vestidos de su propia confección, las condiciones eran muy diferentes.

“Los chicos gay se liberan, las mujeres lésbicas se liberan y pueden disfrutar esto. Antes nosotras no podíamos hacerlo porque el ejército no podía vernos, nos subían a una carroza y no nos dejaban de golpear hasta que dijéramos que éramos hombres”.

Mucho ha cambiado hoy, pero las mujeres trans siguen siendo las más vulnerabilizadas de la diversidad sexual, por eso Jeaneth no se rinde. 

“A veces me pongo a llorar en el desfile y otras veces me pongo feliz por todo lo que se ha logrado en las calles, ser libres aunque sea ese día”.

Si quieres apoyar a Ilse y a otras mujeres trans adultas mayores, puedes aportar víveres, ropa o medicamentos. Para ayudar, puedes escribirle a contrerasilse480@gmail.com

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