“La crisis política de la que estamos emergiendo nos ofrece la oportunidad única de edificar una institucionalidad democrática robusta y saludable, sobre los escombros de este muro de corrupción que empezamos a derribar”, dijo el Arévalo el domingo, durante su primer discurso como presidente de Guatemala.
Durante los próximos cuatro años, Arévalo y la vicepresidenta Karin Herrera dirigirán el país con la promesa de combatir la corrupción y la desigualdad que provocan la pobreza de millones de guatemaltecos y se encuentran entre los principales impulsores de la inmigración.
Al mismo tiempo, el nuevo gobierno enfrentará múltiples amenazas que podrían convertir el gobernar en una tarea imposible:
- La Fiscal General. Consuelo Porras, la jefa del Ministerio Público, encabezó una cruzada durante seis meses para evitar la toma de posesión de Arévalo y Herrera, y cancelar al Movimiento Semilla, por supuestas anomalías en la creación del partido. La fiscalía general continuará los procesos judiciales contra el nuevo presidente y su gobierno.
- Alianza de políticos tradicionales. Los diputados que responden a Zury Ríos, de Valor; Sandra Torres, de la UNE, y a Miguel Martínez y Alejandro Giammattei, de Vamos, están al frente de una alianza que intentó impedir que los 23 diputados del Movimiento Semilla asumieran el cargo como un bloque, y así dejarles fuera de la Junta Directiva. Al final no lo lograron, pero anunciaron que continuarán sus esfuerzos para torpedear al oficialismo y bloquear sus iniciativas.
- Instituciones cooptadas. Arévalo juramentó la madrugada del 15 de enero a su gabinete de ministras y ministros, el primero con equidad de género en la historia de Guatemala. La renovación de funcionarios medios y empleados públicos será progresiva en el Ejecutivo, pero otras instituciones autónomas continuarán bajo el mando de funcionarios allegados a Giammattei, como la Contraloría General de Cuentas, el Organismo Judicial, la Universidad de San Carlos y la Procuraduría de Derechos Humanos.
El primer día de un nuevo gobierno
El nuevo presidente y vicepresidenta participaron en el Te Deum de la Catedral Metropolitana que ofició el arzobispo Gonzalo de Villa y Vásquez, quien recordó al presidente Juan José Arévalo Bermejo, padre de Bernardo Arévalo.
Arévalo Bermejo fue uno de los líderes de la Revolución de 1944, que puso fin a la dictadura de 13 años de Jorge Ubico, y luego gobernó en Guatemala desde 1944 hasta 1954, cuando Estados Unidos, a través de la CIA, derrocó al gobierno con un golpe de Estado.
El gobierno revolucionario modernizó a Guatemala de una forma sin precedentes: amplió la cobertura escolar y de sanidad, creo el Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, estableció derechos para los trabajadores, entre otras reformas.
Ochenta años más tarde, Arévalo no recordó a la Revolución de 1944 en su discurso de toma de posesión, pero sí habló sobre las bases de ese movimiento revolucionario.
“Nuestra propuesta de gobierno se resume en una fórmula sencilla: no puede haber democracia sin justicia social, y la justicia social no puede prevalecer sin democracia”, señaló.
Después de la misa católica, Arévalo, el nuevo comandante general de las fuerzas armadas, participó del ceremonial de saludo al Ejército en la Plaza de las Niñas, en el centro de Guatemala.
Más tarde participará de un servicio en Iglesia Evangélica Presbiteriana Central.
Una alianza débil en el Congreso
Si bien el Movimiento Semilla consiguió que Samuel Álvarez llegara a la presidencia del Congreso en la primera sesión de la nueva legislatura, la alianza que les apoyó podría ser fragil.
Semilla negoció con 23 diputados de la Unidad Nacional de la Esperanza, como Adim Maldonado, quien será el primer vicepresidente; en el pasado fue financista y diputado de FCN-Nación, el partido que llevó a la presidencia a Jimmy Morales.
También ocupan puestos en la Junta Directiva de Semilla diputados como César Amézquita, segundo vicepresidente, del partido ultraconservador Viva y Nery Rodas, tercer vicepresidente, quien fue diputado de Lider, el partido de Manuel Baldizón -condenado por lavado en Estados Unidos-.
Además ocupan espacios César Dávila, tercer secretario e integrante del partido bien, que fue asesor del Ministerio de Agricultura en el gobierno de Jimmy Morales, y Juan Carlos Rivera, de Victoria, un partido conservador que se opone al avance de los derechos sexuales y reproductivos, y derechos LGBTIQ+.
Nunca, nunca, le ponen nombre del fotografo, como si solo el redactor importara, elististas.