Jairo Lemus: visibilizar la diversidad en las iglesias

Como buen estudiante de Ciencias Sociales, Jairo vive con el postulado de preservar la historia, la memoria y darle honor a la diversidad y a las disidencias sexuales en esta sociedad.
Foto: Herbert Woltke

Es maya poqomam, tan mixqueño como el chocolate, estudia antropología y es guía turístico. Jairo Lemus vive con el postulado de preservar la memoria. Lo hace con su historia familiar, con la historia de su pueblo y con la historia de las disidencias sexuales en Guatemala.

Su casa es como una colección de altares. En una esquina tiene a Santo Domingo, patrono de Mixco; a la par está María Auxiliadora y del otro lado está la fotografía de su abuela. Todo lleno de flores, candelas y un rastro de incienso.

Como hombre homosexual cualquiera pensaría que Jairo vive en una contradicción al ser disidente sexual y ser tan activo en las actividades religiosas. Pero él no lo ve así.

Incluso, junto a su mamá y su tío, es la religiosidad popular la que se ha convertido en su espacio seguro, en su refugio.

“Tenemos que apropiarnos de los espacios porque evidentemente cabemos dentro de ellos. No es que nos expulsen (de la iglesia), hay muchísimos homosexuales haciendo altares, quemando pólvora, dentro de las bandas de música. La cosa es si son visibles o no”, explica. Él decidió ser visible como una forma de reivindicarse.

Así, a través de los convites, las cofradías y las hermandades, ha conocido a gente que se ha convertido en ese grupo que nombra como familia sin compartir un grupo sanguíneo.

Aunque su abuela materna, que es su principal referencia de vida, era católica, Jairo creció en una familia que practicaba el protestantismo. Para él, la iglesia evangélica era el espacio donde podía jugar, pintar y donde se sentía seguro hasta que empezó a escuchar esa amenaza del infierno para quienes se comportan diferente.

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“Hay muchísimos homosexuales haciendo altares, quemando pólvora, dentro de las bandas de música. La cosa es si son visibles o no”, comenta Jairo Lemus. Decidió visibilizarse, vivir su fe y trabajar en favor de la memoria y en contra de los prejuicios. #libredeser🏳️‍🌈🏳️‍🌈🏳️‍🌈🌈🌈🌈 #orgulloydignaresistencia #gaytiktok #catholicgay

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Recuerda que tenía 12 años cuando escuchó que los homosexuales se consumirían en el fuego eterno si no se arrepentían de sus pecados. Para evitar ir a ese lugar, empezó a fingir algo que no era, a reprimirse.

“Vivía en una constante negación, hasta que me cansé. No sé cómo mucha gente puede vivir años con eso, pero yo no lo logré”, cuenta.

Fingir ser quien no era es algo difícil para alguien extrovertido y social como él. Salir de esa comunidad evangélica donde todos se conocen, también lo fue. Pese a todo decidió transitar ese camino para reconocerse.

“En Guatemala la heteronorma pesa tanto que nos juzgan sin conocernos, solo por el hecho de comportarnos diferente”, agrega.

Como un ejercicio de preservar la memoria de su abuela y la espiritualidad que ella le enseñó, se acercó a la iglesia Católica donde activa en eventos propios de la religiosidad popular.

También organizó con unos amigos ODELCA, la Organización de Locas de Centroamérica y del Caribe, desde donde hacen un valioso trabajo de recuperación de la memoria de la diversidad.

Una de sus activaciones fue un empapelamiento que hicieron en el Centro Histórico con fotografías de homosexuales y travestis que fueron capturados, torturados y asesinados por la Policía Nacional por ser parte de la diversidad.

Esta serie de fotografías las encontraron en el archivo de la extinta Policía Nacional y no dudaron en hacerlo público.

“Decidimos destapar la olla y gritar un poco lo que ha pasado con las personas de la diversidad sexual en Guatemala”, comenta.

Para Jairo, aún falta mucho trabajo por delante. Sabe que la discriminación y los prejuicios afectan de diversas formas y no a todas las personas por igual. Reconoce que aunque es maya poqomam, el tener pelo rubio y ojos claros, no lo han hecho sufrir el racismo que también deben enfrentar otras personas diversas.

“Hay personas diversas de todos los contextos que no necesariamente tienen las mismas herramientas que la gente urbana para salir del clóset, que no tienen los mismos privilegios y que son asesinadas en ese contexto”, afirma. Por ellas es que continúa su camino de trabajo.

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