Cine, tatuajes y arte con la firma de Gygy Castillo

Uno de los más de 20 tatuajes que adornan la piel de Gygy Castillo es una cámara en su brazo izquierdo. Para ella el cine fue una puerta a otras experiencias y una ventana para mostrar el mundo desde miradas diversas.

Si le preguntan en qué barrio creció, Gygy señala toda la ciudad. Sus recuerdos se pasean entre zona 18 y Mixco, donde vivía con sus abuelos o sus hermanos.

Nació a inicios de la década de los 80, cuando la policía agredía y detenía de manera arbitraria a los gays, las lesbianas y las personas trans sólo por su apariencia física o su preferencia sexual.

Ella era una niña y aún no sabía que para las autoridades de su país, su identidad no era aceptada. Con la ingenuidad de sus cinco años de vida, protagonizaba su propia resistencia en el kinder..

“Recuerdo que yo ya me identificaba como ella, pero mi mamá siempre me quería poner de caballerito en las actividades de la escuela, como las del 15 de septiembre”, comenta.

Gygy es la cuarta de siete hermanos. Creció en medio de sus tres hermanos mayores y sus tres hermanas pequeñas. Mientras buscaba los brasieres de sus hermanas para probárselos, también tenía que lidiar con el bullying de los demás niños cuando la obligaban a jugar fútbol en la escuela.

A esa edad Gygy se cuestionaba si era la única diferente: “Pasó una etapa donde a mi se me olvidó todo y disfruté de mi niñez. Jugué, me divertí y estudié. Claro, siempre sufriendo un poco de bullying porque era muy femenina o siempre estaba con niñas”.

Ser más allá de lo binario

Ese acoso no la detuvo, logró sobreponerse y fortalecer su personalidad. Empezó a destacar más allá de los rasgos de género cuando se dio cuenta que se sentía cómoda en los escenarios y liderando a sus pares.

“Me volví muy extrovertida, era la presidenta de la junta directiva de alumnos del colegio, organizaba fiestas y gané mi primera corona cuando era adolescente”, dice con orgullo. Se refiere al título de Miss Teen Gay que ganó en el año 2000, cuando tenía 17 años.

En aquellos años el término “no binario” aún no se usaba pero ella siempre sintió que no entraba las definiciones tradicionales. Fueron las constantes preguntas que las personas le hacían para definirla, las que le hicieron preguntarse quién era.

“Me analicé internamente, me sentía cómoda siendo la Gaby queer, no binaria que todo el mundo ve, pero ¿cómo me sentiría mejor?”, comparte.

Un día, a los 27 años, tiró a la basura todos las prendas que ella consideraba ‘masculinas’ en su guardarropa y decidió cambiarse su nombre legalmente.

“No quería Gabriel ni Gabriela, entonces legalmente mi nombre es Gaby Gygy Castillo”, dice sonriendo. Su segundo nombre es un guiño a Lady Gaga. 

El proceso para identificarse y vivir abiertamente como mujer, implicó cambios más allá de los símbolos. También requirió un gran valor para enfrentarse a la discriminación y el miedo a ser agredida solo por ser ella misma.

“Hay etapas donde hasta hoy tengo miedo porque en Guatemala hay mucha violencia y yo sé que en cualquier momento puede que no llegue a mi casa viva”, agrega.

Del miedo a la acción

Gygy Castillo ya llevaba una carrera de casi dos décadas de activismo en defensa de los derechos de la diversidad, cuando en 2016 participó en su primer diplomado de cine. Le abrió un mundo nuevo para comunicar su vocación, y ya no volvió a soltar la cámara.

Es consciente que dentro de la población de la diversidad sexual, las mujeres trans son las más vulnerables. Por eso su activismo se ha centrado en la realización de audiovisuales que produce en la Organización de la Diversidad Sexual (Odasa).

Le cuesta escoger cuáles de sus producciones le enorgullecen más. Aunque hasta el momento destaca ‘Te Amo Marissa’, la historia de una relación amorosa entre un joven abogado y una mujer trans; y ‘Susurros’, sobre un chico gay con sordera que desafía a un padre violento y homofóbico.

Actualmente trabaja en el guión de su primer largometraje que espera sea una película de terror. Sabe que su trabajo le abre las puertas a más personas de la diversidad y enfatiza que contar las historias desde la mirada de las mujeres trans es importante.

“Es lo que siempre he dicho, yo toco una puerta para abrirla y que los demás sigan. A mi me encantaría que más personas trans se involucren en el cine porque tenemos las mismas oportunidades y capacidades para lograrlo”, afirma.

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